A pesar de que sabemos que los niños aprenden rápido ciertas cosas que ven y oyen, no todo lo que aprenden es bueno. Los niños imitan lo que hacen los padres, como sus emociones y conducta, de manera que los padres no pueden pretender que sus hijos sean perfectos y que no adopten su conducta y se parezcan en muchos aspectos a ellos.
El mundo de los niños es de fantasía, de juegos, muy despreocupado y muy activo. Es normal en todos los niños que parezcan ser hiperactivos, pero no necesariamente deben tener estas características. El mundo de los niños es el mejor, pues los adultos no tienen la facilidad de tanta flexibilidad y de tanta energía para hacer muchas cosas. A pesar de su inteligencia, hay muchas cosas que no conocen y que están por experimentar.
En el transcurso de este desarrollo, en ocasiones los padres no comprenden y no quieren entender ciertas conductas o aptitudes de sus niños, a veces se tornan fastidiosos o mal criados. Pueden mostrar estas conductas por diversas causas, que pueden ser influencias del medio ambiente, de los programas televisivos que observan, o de conductas de los mismos padres y como ya lo he mencionado, ellos son como especie de "esponja" que absorbe todo lo que ven y oyen.
Para entender a los niños, es necesario colocarse en su lugar, mirar las cosas desde su punto de vista, es como colocarse en sus zapatos y de esta manera ver las cosas para entender sus sentimientos y pensamientos.
¿Cuántas veces hemos pensado, que están "sordos"?,
¿Qué paciencia hay que tener en el difícil oficio de ser madre y padre?, ¿Por qué les cuesta tanto escucharnos? ¿Por qué no colaboran?...
Estas reflexiones y sensaciones son bastante comunes en el mundo de los adultos. Pero ¡vaya sorpresa nos llevaríamos, si supiéramos lo que ellos sienten!
¿Por qué les cuesta tanto hacer lo que les pedimos?, ¿nos están probando?
Los adultos interpretamos la conducta de nuestros hijos o hijas con el cristal de nuestra experiencia vital adulta, donde todo está teñido de intencionalidad. Leemos en sus actos una "intención", como ocurre en el mundo adulto. Además estamos convencidos que nosotros "sabemos" y ellos "no". Y ahí comienza una batalla a veces desesperante por hacernos entender, que acaba en llanto y pataleta cuando no en enfados e impotencia. Es decir, en esa falta de armonía que precisamente no deseamos.
Pero a veces da la sensación que no quieren aprender de la experiencia. Por ejemplo, cuando todas las mañanas son un suplicio porque se entretienen con cualquier cosa y no les da tiempo ni para desayunar antes del cole. Y no hay forma de que lo entiendan
Podríamos narrar cien mil experiencias similares y conocer tantas respuestas como personas, que a veces funcionan y otras no, con el objetivo de que nos hagan caso (amenazas, castigos...). Pero el problema seguiría sin solucionarse satisfactoriamente. Si queremos una relación positiva, basada en cierta armonía y no en batallas cotidianas donde hay ganadores y perdedores, tenemos que cambiar radicalmente el "chip" como adultos, viendo su conducta con los "ojos de niño", para entender qué pasa en sus corazones y en sus cabecitas.
Entonces, ¿quizá somos nosotros quienes no les entendemos?
Ese es el punto de partida. Somos nosotros los que debemos de ponernos a su altura, y no ellos a la nuestra. Tenemos bastante desconocimiento sobre el mundo infantil: olvidamos demasiado a menudo que se están formando, que son inmaduros, y que están aprendiendo día a día. A veces les pedimos respuestas que ellos viven ajenos a su edad. Y los pequeños, a veces se sienten incomprendidos con nuestro enfado cuando no hacen lo que queremos. Es como pedirle a una niña de 6 meses que camine o hable como si tuviera 3 años. No corresponde a su edad madurativa.
Sin embargo, el mensaje de "desayuna que hay que ir al cole" o lávate los dientes para ir a la cama", parece muy sencillo como para ser entendido.
¡Claro! Y es que antes de los 3 añitos entienden perfectamente el discurso verbal. Pero no la lógica que para los adultos tiene. Y comprender esto es crucial para que no interpretemos que nos desobedecen.
A todo esto puedo decir que siempre la vida será compleja y no es fácil entender a veces cosas que son tan obvias,la tarea de ser padres es una responsabilidad grandisima y hay que ser tolerantes y pacientes con los niños prara poder entenderlos un poco mejor.
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