lunes, 12 de marzo de 2018

Ningún legado es tan rico como la honestidad

Ya lo decía William Shakespeare: ‘Ningún legado es tan rico como la honestidad’. Esta frase es totalmente cierta y los padres deben saberlo para poder criar a niños no sólo honestos, sino que también sean personas de éxito en el futuro. La forma más potente para enseñar honestidad a los niños es con el ejemplo diario, con las lecciones que la vida va poniéndonos en el camino.
La honestidad es muy importante para las relaciones, para el desarrollo emocional y social y para la vida en general. Los adultos tenemos la obligación de enseñárselo cada vez que sea necesario. No podemos protegerlos si no sabemos lo que está pasando, no podemos guiarles si lo que nos dicen no es cierto. Los niños no pueden aprender las lecciones de las malas decisiones o de los contratiempos de la vida si no son capaces de hablar sobre lo que ha ocurrido o mienten sobre ello.
Si tus hijos están mintiendo, deberás respirar hondo y no preocuparte, en ocasiones es normal. Los niños siguen un patrón universal para la mentira que empieza a manifestarse sobre los tres años. La mentira es tarea fácil, para que sean capaces de mentir deben imaginar una realidad diferente a la que ha sucedido. Pero no suelen sostener bien una mentira en el tiempo porque es complicado recordar todo y es fácil pillarles. Si descubres que tu hijo miente, no te alarmes ni te enfades, simplemente guíale en el camino.
Cómo construir honestidad en los niños

Escuchar más de lo que habla

Todos los niños quieren hacer lo correcto, pero a veces necesitan la libertad de cometer sus propios errores. Asegúrate de que los niños puedan explorar el mundo libremente. Explora lo que ha aprendido o lo que podrían hacer de forma diferente la próxima vez después de que hayan cometido un error. No tienes que arreglarlo todo, ellos tampoco… pero sí deben aprender sobre ello.
Recompensar la verdad

El remordimiento ante la mentira existe y suele ocurrir siempre en los niños. No es necesario que existan consecuencias ante la mentira, pero sí recompensa ante la honestidad -como los elogios-. De este modo, en lugar de reforzar negativamente la mentira, estarás reforzando positivamente la verdad, y es mucho más efectivo.

Todos cometemos errores
Pase lo que pase, recuerda que todos cometemos errores. Las decisiones más tontas ocurren, de esas que no se piensan o que son impulsivas. En muchas ocasiones no es importante el hecho en sí mismo -lo que haya ocurrido-, sino que el problema está en haber mentido sobre ello, y en eso es en lo que hay que guiar y hacer hincapié.
Manejar la verdad
En ocasiones queremos que nos digan la verdad pero realmente no queremos saberlo. Es importante que para que los niños confíen en nosotros y sepan que decir la verdad es más importante que la mentira, deberás aprender a manejar la verdad, sea cuál sea. Esto significa que si al final ha sido honesto contigo pero no te gusta lo que ha ocurrido puedes decir una frase como: ‘Debe hacer sido muy difícil para ti decirme esto. Significa mucho para mi que hayas tenido la fuerza y el valor de hacerlo’.

Tener menos reglas, pero efectivas
Los niños son más propensos a mentir si creen que las reglas son injustas o innecesarias. En cambio, los niños obedecerán más y mejor las reglas si creen que son justas y que están dentro de lo que ellos pueden controlar. Normalmente hacen caso a reglas en torno a su salud y bienestar. Cuando se trata de áreas como los gustos personales, es necesario permitir que tomen cierto control y libertad para tomar sus decisiones. Te sorprenderás cuando reduzcas las normas en casa, cómo las mentiras también irán disminuyendo.

Recuerda que también es importante: no castigarlos por mentir, no amenazarles para que digan la verdad, estar abierto a la comunicación efectiva y a negociar con ellos… tener un poco de conflicto en casa, es normal.

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