Uno de los grandes temas, que tanto en el pasado como en el presente, dentro y fuera de los consultorios de los psicólogos es sumamente frecuente y a la mayoría de la gente desvela es el tema de la muerte y, con ella, los duelos.
Desde la psicología, la muerte de un ser querido es considerada un suceso de vida negativo, que puede afectar la salud psicofísica, emocional, mental y espiritual de las personas que deben afrontarlo.
Varios investigadores del tema, plantean que los rituales y conmemoraciones de duelo, ejercen un rol funcional para la elaboración de la pérdida de un ser querido.
Tal es la importancia de estos rituales, que su falta se considera un factor de riesgo, pudiendo desencadenar en las personas que no los realizan reacciones disfuncionales o un duelo patológico.
La psicología positiva plantea y fomenta la construcción y desarrollo de competencias psicológicas para la prevención de patologías y el desarrollo de sentimientos y estados positivos. Entre éstos se destacan la empatía, la creatividad, la alegría, la ilusión, la esperanza y la fe, el sentido del humor y el optimismo.
Aquellas personas que posean o adquieran estas emociones positivas, contarán con más recursos para afrontar situaciones negativas o traumáticas (como por ejemplo los duelos) y tendrán más probabilidades de recuperación y de salir fortalecidos de la experiencia.
Los niños observan y copian, principalmente a los adultos. La manera en que los adultos afrontan los duelos, repercutirá directamente en los más chiquitos.
Cómo ayudar a los chicos a enfrentar un duelo:
• Ser sincero con ellos, brindarles información para que la comprendan teniendo en cuenta su edad, con palabras sencillas. Un buen ejemplo es describirles qué pasa con el cuerpo. Que cuando alguien muere, no respira más, ni tiene hambre, ni sueño, ni emociones.
• En caso de muerte repentina o inesperada, es aconsejable separar al niño durante los primeros momentos en que los adultos procesan la noticia. El objetivo sería evitarles exponerlos a escenas en que los adultos puedan perder el control.
• Explicarles la causa de la muerte. Si la causa fue por enfermedad, recalcar que la persona murió porque estaba muy enfermo. Es importante que les transmitamos seguridad, con respecto a este tema, que generalmente no se muere por enfermedades comunes.
• Frente a las preguntas difíciles de contestar, podemos sincerarnos y contarles que los papás también nos hacemos las mismas preguntas, y que no tenemos las respuestas.
• Hablarles de la muerte naturalmente, que forma parte del proceso de la vida, que les ocurre a las personas, a los animales y a las plantas también.
• Según la edad, darle la oportunidad de elegir si quiere participar del velatorio o de la ceremonia de entierro. Puede resultarles de gran ayuda para comprender y procesar la muerte. Respetar si el niño/niña no quieren asistir.
• Darles espacio y animarlos a que expresen sus sentimientos. No condicionarlos con frases como “no llores, sé fuerte”, “no estés triste”, ya que dificultan el desahogo y la expresión de sus emociones.
• Los niños, más que estados de tristeza y angustia, como manifestamos los adultos, lo expresan de otra manera. Por ejemplo, modificaciones en el sueño y el hambre, cambios frecuentes de humor, aislamiento, disminución del rendimiento en la escuela.
• Estar atentos a sus manifestaciones, ya que son frecuentes la negación y la idealización de la persona muerta, como también el sentimiento de culpa y el temor.
• De a poco, retomar la agenda diaria de sus actividades: ir al colegio, jugar, pasear y estar con sus amigos.
Es realista y sano, que los papás expresen sus sentimientos delante de los niños, (exceptuando muestras de pérdida de control y agresividad). Cuando ellos nos ven expresar nuestras emociones, se sienten más cercanos a nosotros y esto, a su vez, les facilitará la propia expresión emocional.
Recordemos que nuestros hijos nos toman como modelos.
Apoyarlos y mantenernos muy cerca de ellos en estos momentos, los ayudará a madurar, a entender el proceso de la vida y a sentirse acompañados y queridos.
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