Hemos escuchado muchas veces que los niños no vienen con manual de instrucciones. Desde el momento en que nos enteramos que vamos a ser padres, buscamos todo tipo de información referente a este acontecimiento especial de nuestras vidas, leemos blogs, libros de especialistas y todo lo que concierne al mundo del bebé.
Sin duda alguna, queremos ser los mejores padres para nuestros hijos, queremos ser respetuosos con ellos y con su crianza, pero cuando nos enfrentamos a nuestro día a día y en situaciones agotadoras, delicadas o tensas, salta el automático que está directamente conectado con nuestros instintos/necesidades y brotan desmesuradamente nuestras emociones más primitivas, terminamos desconectando de nosotros mismos y olvidando a quien tenemos enfrente y salen fácilmente los gritos, las amenazas, los chantajes, los castigos….
Estamos cansados de escuchar que antes la educación funcionaba con otros métodos y no se entiende por qué ahora no funcionan, pues es bien sencillo, los adultos ya no damos ejemplo de sumisión o disciplina y por otro lado tampoco proporcionamos a los niños ocasiones de aprender responsabilidades o tomar decisiones propias.
Para la gestión de los cambios no sólo es suficiente con “el querer”, que está directamente relacionado con “el creer”, pues para poder querer y creer se requiere de una fuerza mayor y ésta depende de la lucha que mantenemos con nuestro tirano interior, ese que alimentamos de automatismos, de creencias y de memoria emocional.
Se requiere pues, no sólo de una caja de herramientas o de pautas que nos ayuden al cambio en nuestra forma de educar, se requiere también de un desbloqueo, un insight o descubrimiento, la Crianza Positiva nos ayuda a esto.
Para entender un poco eso de la crianza respetuosa debemos saber que la Disciplina Positiva tiene su origen en la psicología individual de Alfred Adler, médico y psiquiatra austriaco, coetáneo de Freud, que estudió el comportamiento humano. Adler comprendió la importancia de mantener la dignidad y respeto por todas las personas, incluyendo a los niños.
Adler, consideraba que:
Todo comportamiento tiene una intención
La meta de ese comportamiento es la pertenencia (conexión) y la significancia (importancia)
El mal comportamiento viene de la creencia equivocada de cómo lograr conexión y significancia
Esa creencia equivocada del comportamiento podemos observarla más claramente en la siguiente tabla de las metas equivocadas de la Disciplina Positiva:
La venganza les dará satisfacción a cambio del dolor que experimentan por no sentir que pertenecen o no son importantes.
Y se rinden cuando creen que no son adecuados, se dan por vencidos y asumen la incapacidad.
Las claves para detectar las metas que se manifiestan a través de los comportamientos inadecuados, van a ser los propios sentimientos de reacción del adulto, eso será fundamental para saber descifrar la meta que el niño persigue tras su comportamiento.
En realidad hay muchos padres con pocos conocimientos acerca del comportamiento infantil y sobre el desarrollo de los niños, tratando finalmente como malas conductas a conductas que son adecuadas y normales para la edad del niño.
Los niños y la Disciplina Positiva
Los niños son seres sociales El comportamiento se determina dentro de un contexto social, los niños adoptan decisiones sobre si mismos, sobre los demás y sobre la manera de comportarse, basándose en cómo se ven ellos en relación a los demás y lo que creen que los demás sienten hacia él.
Observan
Piensan
Sienten
Deciden
El comportamiento está orientado a metas El comportamiento tiene un propósito, la principal meta es la de pertenencia y significancia, el mal comportamiento viene de la creencia equivocada de cómo lograrlo, Dreikurs explica que los niños son buenos observadores pero muy malos interpretando.
Reflexionemos:
Cuando un bebé no tiene una necesidad cubierta ¿qué hace para hacértelo saber? llora. Cuando un niño o adolescente siente que esa necesidad de comprensión, de afecto, de una conexión que falla ¿qué hace? rabietas, rebeldía , puede en algunos casos llegar a ser violento.
¿Qué hacemos en estos casos?
Con el bebé inmediatamente intentamos averiguar cuál es la necesidad y proporcionársela, con los niños y adolescentes sólo atendemos a su conducta intentando por todos los medios sofocarla, pero no hacemos caso a la causa que provoca ese comportamiento.
El niño confunde la manera de llegar a su objetivo, por eso es tan importante analizarse como padre, madre o educador para reflexionar si nuestra conducta invita a esa creencia equivocada.
Adler también introdujo los siguientes conceptos:
La responsabilidad social o sentimiento comunitario. Si no contribuimos al bienestar de los demás no alcanzamos un óptimo desarrollo emocional y mental.
Relaciones horizontales: Todos sin excepción tenemos derecho a dignidad y respeto.
Los errores son grandes oportunidades para aprender.
Si un niño se somete a la humillación de la corrección de un error de manera irrespetuosa, puede no querer volver a intentarlo por temor, puede llegar a ser un adicto de la aprobación o incluso, puede querer esconder la equivocación en algunos casos con mentiras.
Es necesario animar a exponer el error y qué indaguemos en el aprendizaje que salió de esa equivocación, ya que esto hará que los niños se recuperen del error, se reconcilien y lo más importante: Que se enfoquen en cómo solucionarlo.
No olvides que primero debes conectar con tu hijo para luego hacer la corrección.
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