Los hijos de las madres permisivas pueden ser niños y adolescentes tan normales como los demás. Hay unos muy buenos y obedientes, otros un poco más rebeldes… como todo en la vida no se puede aseverar que las madres de esta u otra manera crían, necesariamente, un tipo de hijo específico.
Sin embargo, se dice que un gran porcentaje de los niños con madres permisivas sí abusa, de una manera u otra, de la forma de ser de sus madres.
La permisibilidad hace flaquear el respeto
Cuando se respeta a una madre, el hijo la escucha las veces que ella le hable, hace caso a sus sugerencias (aunque no las cumpla al pie de la letra), la trata bien, le habla en voz baja y jamás la violenta en el plano verbal y, mucho menos, en el físico.
El respeto hacia una madre es cariño, empatía, consideración...hay mujeres que, desde chiquiticos, les enseñan eso a sus hijos. Para inculcarles ese saber usan la exigencia y la disciplina poniendo por delante siempre el amor.
Adorables a la vista pero malcriados
Por otro lado, existen madres que miman, malcrían, consienten a sus hijos sin importar el contexto; madres que se hacen las de la vista gorda, y toleran, sufren, aguantan insolencias que si bien al inicio, cuando sus hijos fueron pequeños, eran tomados como una gracia, una chiquillada; con el paso del tiempo se magnificaron hasta llegar a la desconsideración, el irrespeto y el ultraje.
¿Cómo son las madres permisivas?
Las madres permisivas son personas que exigen poco o nada a sus hijos; para ellas, todo lo que los niños hacen está bien. No exigen, castigan, regañan… O peor aún, regañan pero luego se arrepienten y les dan la razón a sus hijos.
Las madres permisivas toman como logros propios todo lo que sus hijos alcanzan en la vida, incluso lo más mínimo, pero en realidad, no todo lo que hacen los hijos son dignos de mérito.
Las madres permisivas son mujeres que olvidan los errores muy fácilmente y los perdonan con mucha más prontitud por comodidad, porque no se atreven a ser firmes por temor a enemistarse con sus hijos.
Nada que sus hijos hagan o digan es tan malo como para castigar, porque el inmenso amor de una madre, así lo piensan y sienten, debe ser ciego.
¿Cómo son los hijos de las madres permisivas?
Los hijos de las madres permisivas suelen ser:
Niños tiranos
Muchos hijos de madres permisivas son niños tiranos; es decir, pequeños difíciles de tratar que no tienen en cuenta las consecuencias de sus actos y que actúan siempre a su antojo.
Estos pequeños se crían al calor de excesivos mimos y el consentimiento desmedido de sus madres.
Los niños tiranos que se sienten secundados por la permisibilidad se sienten con la licencia de herir y sacar de sus casillas a todos a su alrededor, incluso, a personas extrañas.
Su meta es la de satisfacer sus propios caprichos a cualquier costo.
Los niños que se educan bajo el exceso de permisibilidad de sus madres pueden convertirse pequeños malcriados que seguramente se creerán merecedores de todo, sin respetar a nada ni a nadie.
Desarrollarán un autocontrol pobre, escasamente les importarán los buenos modales y serán reacios a seguir normas y reglas de comportamiento por lo que la vida en sociedad se les hará muy difícil.
Se vuelven poco tolerantes, manipuladores, irresponsables, egocéntricos y faltos de empatía.
Niños con problemas de conducta
Desafortunadamente, muchos de los niños que se ven en la calle con problemas de conducta son hijos de madres permisivas que no se preocuparon por imponerles una buena disciplina. No fueron controlados, educados, guiados por sus adultos cuando más necesitaban recibir este tipo de cuidado.
Ante la falta de control, su comportamiento social se convierte ya desde la adolescencia en un problema para la comunidad.
Los hijos de las madres permisivas son procrastinadores
La pandemia de la vida moderna tiene nombre y es: procrastinación. Si bien, no todos los hijos de madres permisivas son niños malcriados o con problemas de conducta social, la mayor parte de los hijos de madres permisibles sí son procrastinadores.
La evidencia actual sugiere que los procrastinadores postergan en lugar de trabajar en las tareas asignadas, hasta que la presión creciente de los plazos inminentes les obliga a ir a trabajar.
La falta de exigencia hacia los hijos los ha convertido en individuos que siempre buscan posponer las tareas y las situaciones que, según consideran, siempre pueden resolver más tarde, mañana, el mes que viene… Y esto ocasiona graves problemas a largo plazo. Crea adultos irresponsables.
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