Las etiquetas es algo que nos han acompañado toda la vida. Estamos acostumbrados a juzgar a las personas y a etiquetarlas sin realmente pensar en la persona que la recibe. Tenemos la amiga o compañera de trabajo “fashionista”, la culta, la cocinera, la fiestera, la seria y la lista es interminable.
Así crecimos y de cierta manera hay etiquetas que nos gustan y otras con las que hemos aprendido a vivir. Cuando comenzamos la aventura de la maternidad, las cosas no cambian demasiado y muchas veces sin darnos cuenta y sin realmente pensarlo, etiquetamos a nuestros hijos desde que son bebés.
Algunas de estas etiquetas desaparecen pero otras se quedan para toda la vida, llevando al niño a comportarse según su etiqueta y no su manera real de ser. Las etiquetas son muy dañinas porque limitan al niño y no le permiten crecer.
Les pongo como ejemplo los niños pequeños que parecen ser tímidos. Hay una etapa en la que los bebés o los niños prefieren estar a un lado de sus padres en lugar de llegar a un lugar desconocido, lleno de gente y quedarse con ellos. Al saludar muchas veces justificamos su comportamiento con la típica frase: es tímido, ya lo verás cuando entre en confianza, etc.
Ese niño madurara y llegará un momento que pueda decir hola sin problemas o que prefiera ir a jugar con otros niños a quedarse en las faldas de la madre. Sin embargo si ese niño lo único que escucha es hablar de su timidez, es muy probable que ese desarrollo natural se inhiba y prefiera actuar de esa manera a atreverse a cambiar.
Los niños se comportan de diferentes maneras a lo largo de su crecimiento, siendo algunos comportamientos o actitudes más frecuentes que otras, sin embargo en lugar de etiquetar a nuestro hijo debemos dejarlo cimentar su personalidad. Los niños maduran y no debemos fomentar que una etiqueta detenga ese proceso y se quede en ese estado que podría haber superado si los adultos no lo hubieran catalogado.
Las etiquetas se quedan y coartan ese niño. Como padres debemos tener cuidado en la manera que nos expresamos de nuestros hijos y es aquí donde podemos alentarlos en la etapa que están viviendo en lugar de ponerles un nombre.
No tienes por qué justificar ante nadie el comportamiento de tu hijo, aliéntalo positivamente para que madure a su tiempo y en lugar de decirle eres “X” dile que él puede llegar a ser quien quiera, sin tener miedo a mostrar su forma de ser.
El tiempo no puede volver atrás pero lo que si puedes hacer desde hoy es alentarlo de manera positiva para dejar esas etiquetas ya puestas. Pensemos antes de hablar, es algo que aún nos puede costar mucho, pero creo que como madres, padres y seres humanos que somos vale la pena intentarlo día con día.
Fuente: Mamá moderna.
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