En función de estas primeras experiencias se pueden conformar cuatro tipos de apego en la infancia.
-Apego seguro, se caracteriza por una exploración activa del bebé o el niño en presencia de la figura de apego, ansiedad en los episodios de separación, reencuentro con la figura de apego caracterizado por búsqueda de contacto y proximidad, y facilidad para ser reconfortados por ella.
- Apego ansioso-ambivalente niños cuya conducta se caracteriza por una exploración mínima o nula en presencia de la figura de apego, una reacción muy intensa de ansiedad por la separación, comportamientos ambivalentes en el reencuentro (búsqueda de proximidad combinada con oposición y cólera) y gran dificultad para ser consolados por la figura de apego.
- Apego ansioso-desorganizado, se da niños que se muestran desorientados, se aproximan a la figura de apego con evitación de la mirada, en el reencuentro con ella pueden mostrar búsqueda de proximidad para, repentinamente, huir y evitar la interacción, manifestando movimientos incompletos o no dirigidos a ninguna meta y conductas estereotipadas.
En los niños con apego seguro se constata un tipo de interacción madre-hijo recíproca, mutuamente reforzante, en la que la figura de apego es eficaz a la hora de regular la activación emocional del niño, interpretar sus señales, responder sin intrusividad, y mantener intercambios de atención conjunta frecuentes (compartir comunicación y acciones sobre los objetos), lo que se traduce por parte del niño en expresión de afecto positivo y mantenimiento de la interacción.
Las madres cuyos hijos son calificados como ansiosos-ambivalentes son afectuosas y se interesan por el niño, pero tienen dificultades para interpretar las señales de los bebés y son incoherentes, a veces reaccionan de manera muy positiva y otras se muestran insensibles. En este tipo de relación, el niño no desarrolla expectativas de protección, no sabe en qué medida cuenta con la figura de apego, lo que genera una ansiedad sobre la pérdida de la relación, ansiedad que activa intensamente el sistema de apego e inhibe la exploración, (es decir, no quieren separarse de la madre por miedo a perderla por lo que no se atreve a explorar el mundo y se mantienen siempre cerca). A su vez, la rabia ante la frustración por la reiterada falta de disponibilidad materna es también intensa y persistente, y se integra en el modelo interno como una rabia anticipada que empaña la relación madre hijo. Suelen ser niños que tan pronto lloran por separarse de su madre como se enfadan mucho y tienen rabietas fuertes con ella.
En cuanto a los niños evitativos, el estilo interactivo con el niño, se caracteriza por la irresponsabilidad, la impaciencia y el rechazo. La madre o cuidador principal es poco paciente y tolerante con las señales de necesidad de su hijo, llegando incluso a bloquear su acceso y a impedir que se les acerquen. Con la evitación y la inhibición de las señales y conductas de apego, el niño previene el rechazo, la cólera o el mayor distanciamiento de la madre. Este tipo de apego se ha asociado también a un estilo de interacción materno caracterizado por altos niveles de intrusividad, así como a una estimulación excesiva con escasa relación con el estado y las necesidades del niño.
El patrón de apego desorganizado en la infancia sugiere que se trata de un patrón frecuente en niños que han sido víctimas de episodios de negligencia y maltrato físico. En esta situación, el niño ha experimentado ciclos de protección y a la vez de rechazo y agresión, se siente vinculado a su figura de apego y a la vez la teme, lo que explica la combinación de aproximación/evitación. Este tipo de apego se ha encontrado también en niños cuyas figuras de apego no han resuelto el duelo por la muerte de un ser querido y expresan un grado de ansiedad que genera temor en el niño. En ambas condiciones, la base de seguridad es también una fuente de alarma e inquietud, lo que genera aproximaciones a la figura de apego interrumpidas por conductas desorganizadas.
Las relaciones madre - hijo van a facilitar la aparición de un tipo u otro de apego, y este modelo de apego conformará e influirá las relaciones afectivas futuras de los niños y en la seguridad de los niños en sí mismos, y por lo tanto en su autoestima, autoconcepto y personalidad. Aunque estas primeras experiencias afectivas no son determinantes al 100% ya que las experiencias posteriores que tengan los niños también influirán en ese desarrollo emocional y afectivo.
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