A los dos años los niños ya han aprendido a caminar, de hecho, algunos corren y suben y bajan las escaleras con sorprendente facilidad, lo cual les abre un sinfín de oportunidades para explorar su entorno de forma más independiente. Sus habilidades motoras y cognitivas también han evolucionado mucho y los pequeños se van apropiando de un vocabulario cada vez más amplio que les permite relacionarse mejor con quienes les rodean.
A esta edad la motricidad fina también se desarrolla mucho, sus movimientos se vuelven más precisos y son capaces de usar el pulgar y el índice para agarrar los objetos, un movimiento que se conoce como ‘pinza inteligente’ y que constituye el primer paso para que más tarde puedan dibujar y aprendan a escribir. A los dos años también se agudizan sus sentidos, de hecho, los pequeños ya son capaces de captar lo que sucede a su alrededor en un ángulo de 180˚ y pueden relacionar las ilustraciones de los cuentos con la historia que escuchan.
A los dos años ya son capaces de imitar la conducta, los gestos y el lenguaje de los adultos, aunque la mayoría de las veces no comprenden su significado. Sin embargo, no todos los cambios que ocurren en esta etapa son positivos, a los dos años los niños también suelen volverse más intranquilos, lo cual puede desconcertar a muchos padres.
Más intranquilidad e impulsividad
Los dos años son una etapa crítica en el desarrollo de los niños. El hecho de haber alcanzado una mayor independencia les lleva a querer hacer las cosas por sí solos, aunque no sepan muy bien cómo lograrlo. Otras veces pueden mostrar una gran negatividad, habrá días en que se nieguen a lavarse las manos, vestirse o buscar los juguetes, porque no quieren sentirse controlados por sus padres, creen que ya son ‘niños grandes’. Se trata de un período en el cual los pequeños acaban de descubrir su independencia y disfrutan de ella. Además, están estrenando su carácter, por lo que suelen aparecer las temidas rabietas.
A esta edad la mayoría de los niños saben lo que desean, pero no son conscientes de sus límites, lo cual suele generarles una gran frustración que no saben cómo enfrentar. Por eso,cuando se encuentran ante una situación en la que no pueden conseguir lo que quieren, se enfadan y, como aún no son capaces de expresar con palabras su enfado, suelen hacerlo a través de las rabietas. El hecho de que sean más conscientes de sí mismos y de que empiecen a experimentar sentimientos más complejos, como el orgullo, la vergüenza o los celos, hará que los expresen abiertamente. A veces también pueden llegar a ser muy posesivos y muestran cambios de humor bruscos que asombran a los padres.
Claves para lidiar con los dos años del niño
En este período la clave fundamental es la paciencia. Ten en cuenta que se trata solo de una fase y que pronto pasará. Tu hijo irá ganando responsabilidad y mesura. No obstante, puedes poner en práctica algunos de estos consejos para ayudarle a superar esta etapa:
Asegúrate de fomentar su autonomía sin presionarlo demasiado y, cada vez que puedas, ayúdalo en lo que necesite.
Ante las rabietas, háblale con cariño pero mantén una actitud firme y ponle límites claro siempre que sea preciso.
Ayúdale a entender sus propias emociones y dale herramientas para enfrentarlas. De esta forma aprenderá a conocerse mejor y a dominar sus reacciones impulsivas.
No celebres sus travesuras, pero tampoco las critiques. Recuerda que tu hijo se encuentra en una fase de exploración y descubrimiento y que los comentarios dañinos pueden dañar su autoestima.
Ayúdale a entender sus propias emociones y dale herramientas para enfrentarlas. De esta forma aprenderá a conocerse mejor y a dominar sus reacciones impulsivas.
No celebres sus travesuras, pero tampoco las critiques. Recuerda que tu hijo se encuentra en una fase de exploración y descubrimiento y que los comentarios dañinos pueden dañar su autoestima.
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