viernes, 30 de marzo de 2018

10 reglas de oro para educar a un hijo único

En la actualidad muchas familias tienen un único hijo. Si bien esta circunstancia ha acabado con muchos tópicos que han acompañado a los hijos únicos durante generaciones, no cabe duda de que crecer siendo el centro de todas las atenciones marca el desarrollo y la educación del niño. De sus padres depende que las ventajas superen en mucho los inconvenientes. 

Hoy en día, más de la mitad de los niños se crían en soledad. La opinión más extendida entre los expertos es que la actitud de los padres hacia él y, en muchas ocasiones, las causas que han provocado que ese niño no tenga hermanos influyen mucho en el carácter del hijo único. Sin duda, crecer sin hermanos marca la personalidad. Pero que lo sea para bien o para mal depende en gran medida de la educación que reciba. 

Las 10 reglas de oro para educar al hijo único
1. Enséñale a compartir y negociar: La mejor escuela para aprender estos importantes valores de convivencia es el roce con otros niños. No tiene hermanos pero los niños del parque, los vecinos o los primos son excelente maestros.

2. El tiempo de papá y mamá también se comparte: Los hijos únicos tienen tendencia a sentirse el centro del universo y reclamar toda la atención. No tienen rival en casa pero no les ocurrirá lo mismo en el cole o en el club de fútbol. Si no quieres que se convierta en un pequeño tirano, enséñale a respetar los tiempos, a saber esperar una respuesta, etc. 

3. Es único pero sigue siendo un niño: El mayor roce con los adultos hace que el hijo único se sienta a gusto con la gente mayor y a veces se le olvida que sigue siendo pequeño. Enseña tu hijo a no interrumpir las conversaciones entre adultos, a abstenerse o abordar con prudencia temas que no le corresponden por su edad y por supuesto, a respetar las normas de urbanidad: saludar, pedir por favor, dar las gracias, etc. 
4. Se puede jugar a solas. Si bien vale la pena procurar que el niño esté con frecuencia con otros niños, es evidente que pasará la mayor parte de su tiempo en casa solo y tú no podrás jugar con él siempre. Conviene que aprenda a entretenerse y divertirse a solas. A usar su imaginación y no buscar constantemente la televisión o los videojuegos como compañeros de juego.

5. Ser mejor no equivale a "ser el mejor". En una familia con varios hijos, los niños conviven con una barra de medir para evaluar sus logros: sus propios hermanos. La visión de un hijo único sobre sí mismo dentro del hogar es bien diferente. Está expuesto a las alabanzas y críticas de sus propios padres, que no tienen tampoco una idea clara de lo que se puede esperar de un niño de su edad. Si los padres le exigen más de la cuenta o le refuerzan con constantes alabanzas, pueden perjudicar la percepción que el niño tiene de sí mismo. "En casa soy el mejor pero dejo de serlo en el cole. ¿Qué me está pasando?". Conviene que los padres midan sus palabras y valoren los progresos del niño más que sus logros, evitando siempre las comparaciones.
6. La falta de hermanos no se suple con montones de juguetes. Tenlo siempre en cuenta y sobre todo en Navidad o para su cumpleaños, cuando tus regalos se van a sumar a los de familiares y amigos. La atención del niño es limitada y no puede prestar atención a tantos regalos, no los valora ni le hacen feliz. Aprovecha estos momentos para enseñarle la solidaridad, un valor que nos lleva a otros como la justicia, la generosidad o la amistad. 
7. Hay otras cosas en la vida que las notas del cole. El hijo único es portador de todas las esperanzas de éxito social de sus padres. Poner demasiada presión sobre él con las notas del cole no es justo ni sano. Los resultados escolares son importantes y en este aspecto, se merece, como cualquier niño el apoyo de sus padres pero si no es bueno en matemáticas, quizás lo sea en el futuro. Mientras tanto, igual lo es en natación. 

8. La suerte de tener primos. El contacto con otros miembros de la familia, sobre todo los primos pero también los abuelos, suele ser una buena alternativa a la falta de hermanos. 
9. No le soluciones sus problemas de convivencia. En el parque o en la playa, enséñale estrategias para encontrar compañeros de juego pero cuando haya aprendido a "romper el hielo", déjale resolver los problemas que pueden surgir entre ellos. Confiar en él es la mejor manera de convertirle en un niño sociable.

10. Procura que esté con otros niños pero sin obsesionarte. Por su condición de hijo único, el niño se siente a gusto cuando está con sus padres y la convivencia con otros niños no le faltará si acude a la guardería o el colegio.

Fuente: Guía del niño.

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