lunes, 19 de marzo de 2018

Cómo ayudar a los niños pequeños a canalizar su agresividad

Estrategias para padres para manejar la agresividad en los niños pequeños

Pregúntele a cualquier padre si quiere que su hijo sea una persona agresiva y es probable que reciba más de una respuesta. Después de todo, la agresividad se relaciona con comportamientos tanto aprobados como desaprobados en nuestra mente y en nuestra sociedad: tanto con la energía y el propósito que nos ayudan a dominar activamente las dificultades de la vida como con las acciones ofensivas y las fuerzas destructivas.

La mayoría de nosotros quiere que nuestros hijos sean capaces de adoptar una postura firme cuando otros los tratan con brusquedad. Esperamos que no comiencen peleas, pero si los atacan que puedan enfrentar al atacante y no se vean abrumados. El aprendizaje de un niño para encontrar un equilibrio saludable entre un comportamiento demasiado agresivo y muy poco agresivo probablemente sea la tarea más difícil del crecimiento.
Los impulsos o deseos agresivos son innatos en el niño humano y son un aspecto crucial de la fuerza vital sicológica y de la supervivencia. En el curso del desarrollo saludable, estos impulsos se expresan normalmente en varios comportamientos en diferentes edades y, con la ayuda de padres y otros, gradualmente van pasando al control de la persona: moderado, canalizado y regulado, pero de ninguna manera eliminado.

La agresividad es parte del desarrollo saludable.

Durante el primer año, no es frecuente pensar que el niño se comporta de manera agresiva pese a que vea que cuando un niño pequeño empuja, estira o ejerce fuerza contra otro son señales de energía dirigida hacia afuera y firmeza que ponen de manifiesto la maduración saludable de la agresividad. Pero el niño de nueve meses que le tira a usted del cabello no sabe que eso podría causar dolor: lo hace con el mismo espíritu exuberante y juguetón que se ve en otras actividades. Es solamente en el segundo año, cuando el niño desarrolla una mejor conciencia de que es una persona separada —“yo” y “tú"—, cuando puede comenzar a entender que él está enojado con alguien y se comporta con fuerza intencionada. Por lo general, no hablamos que un niño es cruel u hostil hacia otros hasta en algún momento durante el segundo año. Aun entonces, el niño no sabe lo suficiente sobre causa y efecto para entender las consecuencias de su acción o cómo regular este comportamiento hacia otros. Cuando su hijo de 15 meses rompe y destruye un objeto frágil, él siente el placer de expresar confianza sin anticipar su resultado.
A veces los padres me cuentan que su niño pequeño “sabe” que no debe golpear ni morder. Ellos creen que esto es así porque cuando lo regañan, él parece avergonzado. Lo que el niño entiende no es que ha lastimado a alguien o que ha destruido algo sino que se ha ganado la desaprobación de sus padres. A la inversa, cuando lo elogian por ser amable con otro, él sabe y le agrada saber que es aprobado por ese comportamiento en ese momento. Lleva tiempo y muchos recordatorios antes de que él pueda entender que no golpear ni morder se aplica a muchas situaciones. Los niños pequeños, en particular los menores de tres años y medio, poco saben de su propia fuerza. No se comprende automáticamente las diferencias entre un beso y un mordisco, entre una caricia y un golpe, entre un empujoncito y un empujón hasta tirarle al suelo a alguien, y los niños necesitan muchos recordatorios como: “Déjame que te muestre cómo acariciar al bebé (o al perro de la familia o la mejilla de papá)”; “Acariciar siente bien. Golpear puede doler”; o “Hazlo suavemente (o despacito), así.”

Aprenda “qué esperar” en diferentes edades y etapas

Así como también se aplica al desarrollo de un niño pequeño en otras áreas, hay pasos y fases en la socialización de la agresividad, vale la pena aprender algo sobre qué tipo de comportamiento esperar en varias edades. Si usted entiende de lo que es capaz un bebé, un niño pequeño o de cuatro años de edad, usted puede ajustar sus propias acciones y enseñanzas a expectativas realistas y ahorrase angustias y frustraciones. Usted no necesita la ansiedad de imaginarse que su niño pequeño que se enoja mucho y tiene muy poco control sobre su agresividad cuando está frustrado o molesto está destinado a convertirse en una persona de 4, o 10 o 20 años enojada, destructiva y no controlada. Por otra parte, si su hijo de cuatro años tiene estallidos frecuentes de agresividad y no parece preocuparse del efecto de su agresividad, o hasta parece disfrutar cuando lastima a otros, usted estará en lo cierto al preocuparse y buscar maneras de ayudarle a lograr un comportamiento más saludable.
Estrategias para padres para manejar la agresividad en niños muy pequeños

¿Entonces qué deben hacer los padres para moderar y canalizar la agresividad de su hijo sin eliminarla al ser demasiado severos? Mientras no hay una receta exacta, las siguientes son 12 sugerencias que pueden ayudarle a proporcionar a su hijo la orientación que necesita.

Los límites son parte del cariño. Tenga presente que el hecho de que su hijo se sienta amado y cuidado con afecto sienta las bases para su aceptación de la orientación que usted le dará a medida que vaya creciendo. Los niños que se sienten amados quieren agradar a sus padres la mayor parte del tiempo y responderán a la orientación de éstos. El poner restricciones razonables al comportamiento de su hijo es parte de amarlo, así como alimentarlo, consolarlo y jugar con él respondiendo a sus deseos.
Trate de determinar lo que desencadenó el comportamiento agresivo de su hijo. Pregúntese qué pudo haber pasado para eso: su comportamiento o el de otra persona, o alguna otra cosa en la situación; tal vez él esté muy cansado o no se sienta bien físicamente. El hecho de que lo hayan apurado, tratado de manera abrupta, negado algo que quería o aun no poder hacer algo que ha tratado de hacer con un juguete o actividad física con frecuencia produce sentimientos de frustración y enojo que dan lugar a un comportamiento agresivo.

Use lo que usted sabe. Utilice lo que usted conoce sobre el temperamento de su hijo, sus ritmos, preferencias y sensibilidades. Por ejemplo, si usted sabe que él está irritable o malhumorado durante la primera hora del día o sin ánimo cuando está cansado o con hambre, usted no va a escoger ese momento para pedirle mucho en cuanto a control.
Sea claro. Dígale a su hijo lo que usted quiere haga o no haga en una situación específica (pero trate de no darle un sermón largo). Su hijo sabrá de su desagrado por el tono de voz y por la manera como le hable. Es importante que usted trate de ser claro sobre su desaprobación. No obstante, los sermones largos y las predicciones graves por lo general son contraproducentes. Decirle a una niña de tres años que no puede mirar televisión por dos semanas si le golpea a su hermanito pequeño puede alterarla, pero es poco probable que le ayude a entender y desarrollar sus propios controles. Un mejor motivo es que usted no quiere que le golpee porque eso duele. El que a usted no le gustó el comportamiento de ella es su mensaje más eficaz. A cualquier niña pequeña que se ha ganado la desaprobación de uno de los padres le ayuda si se le recuerda que ella es amada aun cuando a usted no le gusta el comportamiento.

Sea un observador cuidadoso. Cuando su niño pequeño está jugando con otros niños, mantenga un ojo sobre la situación pero trate de no estar encima. Lo que comienza como una riña en broma, correr y perseguir o compartir juguetes puede convertirse rápidamente en una batalla entre niños y pueden necesitar un árbitro. Sin embargo, hay ocasiones en que usted puede dejar que los niños pequeños solucionen las cosas entre ellos. Naturalmente, lo que marca una diferencia es la edad.
Use el reencauce. Cuando su hijo está siendo agresivo de maneras que a usted no le gusta, frene el comportamiento y dele otra cosa que hacer. Usted puede sugerir y ayudar a iniciar una nueva actividad o tal vez puede guiarle a un lugar donde puede descargar los sentimientos agresivos sin hacerse daño ni hacerle daño a otros, los juguetes o al animalito de la familia. Por ejemplo, se puede utilizar una esquina donde haya algo donde se puede dar puños , golpear o arrojar. Usted puede decir algo como: “Si tienes ganas de golpear, ve y golpea tu almohada (o saco de boxeo), pero no le puedes golpear al perro (o golpear la mesa con un martillo).” Una oportunidad así no solamente le ayuda al niño a descargar algunos sentimientos agresivos sino también le ayuda entender que puede haber un momento y un lugar para esas acciones.
Sea un entrenador. Cuando el tiempo lo permita, demuéstrele cómo manejar una situación en la cual hay conflicto entre niños. Por ejemplo, si su hijo es lo suficientemente mayor, le puede enseñar algunas palabras para usar a fin de evitar un conflicto o solucionarlo. A un niño de dos años le puede ayudar sujetar un juguete y decir “no” o “mío” en lugar de siempre empujar o llorar cuando otro niño trata de quitarle un juguete. Los niños necesitan sugerencias y demostraciones específicas de los adultos a fin de aprender que maneras eficaces de manejar los desacuerdos que son más aceptables que los ataques físicos y las represalias.

Utilice el lenguaje. Si su hijo tiene aptitudes de lenguaje, ayúdele a explicar por qué está enojado. Si usted lo puede adivinar y él no puede decirlo, hágalo por él, como: “Creo que estás enojado porque no puedes ir a jugar con José . Sé cómo te sientes, pero es muy tarde para ir hoy” (o cualquiera sea el motivo).
Pregúntese si usted está enviando “mensajes contradictorios” a su hijo sobre su agresividad. Si usted le dice: “No pegues” o “Sé amable”, mientras usted sin mucho disimulo está disfrutando del comportamiento agresivo de su hijo hacia otra persona, él se sentirá confuso y dichas confusiones tienden a hacer que sea más difícil desarrollar autocontrol.

Sea un modelo. Tenga en cuenta que los padres son los modelos más importantes para el comportamiento y cómo usar la agresividad de manera sana. Si los intercambios sociales en su familia comprenden muchas discusiones o peleas físicas en presencia de sus hijos o que ellos puedan oír, puede estar seguro de que ellos lo reflejarán. Los entornos hogareños como estos pueden ser inseguros y dañinos para todos en la familia. 

Evite dar azotes o golpes. Piense en las desventajas muy reales del castigo corporal para su hijo. Con frecuencia, los niños provocan enojo en los adultos cuando provocan, fastidian, son tercos o atacan a otros. Si usted acostumbra a golpear o castigar físicamente a su hijo de alguna otra manera por dicho comportamiento, es necesario que usted piense con mucho cuidado sobre lo que el niño está aprendiendo de eso.
Sea paciente; aprender lleva tiempo. El que su hijo aprenda a amar y vivir en razonable armonía con otros tiene lugar solamente en forma gradual y durante muchos años. Para ustedes los padres siempre habrá altibajos, períodos en los que usted puede llegar a desesperarse de “civilizar” a su hijo o en los que usted se preocupará de que él sea demasiado tímido para los rigores del mundo. Mientras se vive día a día con los placeres y las frustraciones de ser padres, también es importante mantener en mente la visión a largo plazo: hay un ímpetu positivo al desarrollo. Este empujón hacia el frente del crecimiento y desarrollo de su hijo en realidad funciona a favor de su adquisición de la capacidad de canalizar y utilizar en forma productiva esas energías agresivas que son parte vital de nuestra constitución.

Fuente: ZERO TO THREE/ CERO A TRES.

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