Tu hijo reacciona de forma negativa cada vez que pierde, ya sea jugando o discutiendo? ¿Empieza a tener rabietas y se pone a llorar o se enfada? Tranquila, te explicamos cómo actuar en estos casos y conseguir que aprenda a perder.
Al jugar con tu hijo, no quiere perder nunca. Y cuando ocurre, se enfada, llora y puede llegar a ser agresivo. ¿A qué se debe esta actitud? Cada niño tiene su propia personalidad, que se desarrolla a medida que va creciendo. Cuando el niño es pequeño, alrededor de los tres o los cuatro años, no posee todavía el sentido de compartir con los demás. Siente que el universo le pertenece y que puede hacer todo lo que quiere. Por este motivo, siempre quiere ganar. No conoce la derrota. Por lo tanto, serán los padres los encargados de educarle para aprender a perder.
A partir de los cinco añitos, aproximadamente, el niño empieza a vivir más socializado: asiste a la guardería, tiene sus primeros amigos, interactúa con la familia... Poco a poco, entiende que para ganar algo tiene que mostrar un comportamiento adecuado, una estrategia. En este sentido, la educación por parte de los padres y la escuela resulta esencial. Sin embargo, ¿qué causa la ansiedad de la derrota en el pequeño? Perder un partido para el niño podría significar perder una parte de sí mismo: estima, afecto o el amor de sus padres. Entonces, es cuando los padres deben actuar y explicar al niño que no todo está perdido, sino que se debe aceptar la derrota.
Si, a pesar de razonar con el pequeño, su reacción frente a la derrota sigue siendo negativa, los padres deben cuestionarse si puede haber motivos más profundos en ello. Por ejemplo, un trauma experimentado en la familia, como la muerte de un abuelo, u otros elementos fuera del hogar. En este caso, lo más adecuado es acudir a un psicólogo que aconseje y haga de guía en tal situación. Será el psicoterapeuta el encargado de diseñar una estrategia para superar el problema. El pequeño debe entender que puede perder en un juego o en una competición, pero que no por eso perderá el amor y el respeto de sus padres o sus compañeros.
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