jueves, 1 de febrero de 2018

Tus caricias alivian el dolor de tu bebé


La hospitalización de recién nacidos es a veces una circunstancia programada, pero en su mayoría se trata de una circunstancia imprevista, que toma por sorpresa a los padres, y alarma al resto de las personas del entorno cercano.

Cuando se requieren procesos invasivos o intervenciones quirúrgicas, podemos apoyar a los pequeños para que toleren mejor el dolor, acompañarlos, estar atentos a todo lo que sucede, lo que nos permitan en el sitio donde nos hallemos. Siempre es bueno manifestar amablemente nuestra intención, y solicitar apoyo al equipo de salud que participa de la atención del niño.
Asimismo, se potencian los efectos de los analgésicos que se utilicen, pues el niño disminuye la tensión muscular, disminuyendo así la resistencia y facilitando las punciones, canalizaciones, inyecciones, aplicaciones tópicas, intubaciones y otras prácticas médicas.

Las  siguientes formas de participación en los cuidados, eleva el umbral de tolerancia al dolor en los infantes, haciendo que sean mejor sobrellevados los tratamientos.

Comparto con ustedes algunos recursos que pueden considerarse para ser utilizados en estos escenarios:
1. Siempre que sea posible, solicitar el uso de medios físicos de contención, como son los llamados “niditos” para ayudar a la posición fetal, que tranquiliza al pequeño que se halla en un entorno absolutamente desconocido.

2. Usar la voz. Ya sea en forma directa o en una grabación que pueda ser reproducida en nuestra ausencia, un relato gentil de una historia, o una canción que puede ser tarareada, remonta al pequeño al entorno seguro de la voz materna o de las personas que han estado cerca durante el embarazo, ya que pueden oír y reconocer aquellos sonidos habituales desde los cuatro meses de gestación.

3. El contacto con la piel puede hacerse en diversas modalidades: Siempre buscando las zonas aptas de la piel, donde no haya lesiones o dispositivos que puedan ocasionar molestias, podemos realizar suaves caricias, masaje de contacto -al estilo de la técnica de Shantala-, realizando una suave presión en el cuerpo del bebé, o en el mejor de los casos, solicitar el contacto piel a piel, colocando al pequeño en el pecho de la madre, el padre, o un hermano, o a través de la técnica ampliamente recomendada para los prematuros: “mamá canguro”.
4. El olfato es un sentido extremadamente sensible al inicio de la vida, podemos marcar nuestra presencia a través de la cercanía a una ventana abierta en la incubadora, acercándonos a la cuna o cama. En los casos donde esto no sea posible, se puede acercar un objeto personal de la mamá (como una camiseta) para que el aroma permanezca cercano al niño.

5. Contacto visual. Cuando sea posible, acercarnos para quedar en el campo visual del pequeño, y mucho mejor si podemos hacer contacto con las miradas. La mirada es una conexión maravillosa cuando los pequeños pasan tiempo con un paisaje limitado y artificial como lo es el cielorraso o el techo de una institución de salud.
Un eje central en esta tarea es saber que agregando un estímulo de manera intencional y cuidada, desviamos la atención del paciente del foco de dolor, y la redirigimos hacia el objetivo que estemos presentando, proceso que cognitivamente favorece a disminuir la percepción subjetiva del dolor, (por ejemplo presentar en el campo de visión del bebé el juguete favorito, o un objeto llamativo)

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