Podemos ver a niños bien portados en la escuela, que con adultos y otros niños son todo un ejemplo de respeto, pero no así con sus progenitores. Esta situación es más común de lo que se piensa y sucede porque los padres pueden llegar a ser muy permisivos con sus hijos.
Complacer a los niños en exceso puede traer como consecuencia que estos comiencen a ver a sus consentidores como sus esclavos, lo cual implica que cuando estos quieran impartir disciplina no lo consigan.
¿Por qué mi hijo no me respeta?
Existen diversas razones por las cuales muchos niños no respetan a sus padres, pero todas están relacionadas con la propia crianza que estos le han dado.
En un pequeño porcentaje de casos, nos encontramos con niños que tienen limitaciones psicológicas, que los hacen ser irrespetuosos. No obstante, la principal causa de la desobediencia es la mala crianza.
Entre los principales motivos que podemos mencionar sobre el irrespeto de los niños hacia sus padres se encuentran:
La falta de compromiso con la crianza
El excesivo uso de la fuerza
El irrespeto de los padres hacia los niños
La ausencia del hogar
Inconsistencia en la disciplina
Complacerlos excesivamente
Mal manejo de la comunicación
Reglas abstractas o inexistencia de estas
Delegar la educación en otras personas
Son muchos los factores extra e intrafamiliares que pueden influir directamente en que los niños se vuelvan desobedientes, pero lo más común es que se vaya desarrollando con el tiempo sin que nos demos cuenta; es decir, no aparece de un momento a otro.
Aunque en ocasiones es normal que exista cierta rebeldía e independencia en nuestros hijos, es preciso concientizarnos que sobre todas las cosas ellos deben respetar a sus padres.
Si todavía no hemos reflexionado en el hecho de que debe haber obediencia por parte de los niños y por el contrario lo tomamos con apatía o relajación, es momento de comprender que ellos siempre serán nuestros hijos, que somos la persona más importante en su vida y los responsables de que sean personas de bien.
En tal sentido, si nuestros hijos son de los que no respetan a nadie, podemos estar criando a personas perjudiciales para la sociedad. Si un niño comienza por no obedecer a sus padres, es probable que termine por no respetar tampoco a los maestros y luego incluso a las autoridades.
Por esta razón es determinante que desde ya nos pongamos a trabajar en la disciplina de nuestros niños con "mano dura" pero con suficiente tacto y amor. Para atender a esto, reflexionemos en las siguientes claves:
No confundir respeto con miedo o sumisión. Saber respetar, no implica menospreciar y pasar por encima de los derechos de los demás.
Ser asertivos en la corrección de las faltas. Esto implica realizar las advertencias en el momento conveniente y adecuarlas a la situación.
Expresar claramente que somos sus padres y nos debe respeto, sin importar las veces que se le diga y para toda la vida.
Ser consistentes en el tema. Para que el niño sepa que esta situación es permanente, no se puede permitir que salten la línea de vez en cuando.
Reconocer los errores. Esta clave va destinada a consolidar el respeto mutuo, porque sabemos que no tenemos toda la verdad en nuestras manos y a veces podemos creer que sí. Reconocer cuando estamos equivocados y hacerlo saber es la mayor demostración de respeto, además es propicio para explicarle al niño que el respeto va por encima de todo.
Comunicación adecuada. Hablar y escuchar apropiadamente es una herramienta imprescindible en la convivencia, por eso se debe moderar la manera de comunicarnos con los niños.Evitar palabras ambiguas o desconocidas, regular el tono de voz, no recurrir a insultos o palabras vulgares; puede ayudar a que se comprenda mejor la noción de respeto.
Establecer normas de convivencia familiar tales como saludar, pedir permiso, ser agradecidos, contribuir con las labores del hogar y preservar los bienes de la familia, son reglas que permiten distinguir que los derechos son iguales para cada quien, lo cual lleva a comprender que ser respetuosos obliga a que sean respetuosos con nosotros también.
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