Algunos dirán que es la educación que reciben, y en parte tiene cierta lógica, pero un estudio canadiense del Promoting Relationships and Eliminating Violence Network revela que es “normal” que los niños se peguen, empujen o muerdan entre los dos y cuatro años, y algunas de las razones son:
1. Les falta desarrollar habilidades para expresar su disgusto o enojo
2. Quieren conseguir algo, pero no saben expresarlo bien
3. Se sienten tristes, aislados tensos o nerviosos
4. Tienen miedo de algo
Aunque nosotros veamos que los niños que pegan se ven seguros y con cero miedo, en realidad todos esos sentimientos lo sienten por dentro. Por eso es importante corregir antes de que avance el problema y se convierta en algo más serio.
Si vemos que nuestro hijo empieza a agredir a los demás, debemos dejarle claro que no estamos de acuerdo con su conducta, y la mejor forma de hacerlo es HABLANDO y no con un jalón o manotazo (aunque nuestro primer instinto nos diga que es lo correcto)
¿Qué hacer si nuestros hijos pegan?
1. Separar al niño de forma tranquila, sin gritos ni jaloneos. El objetivo no es castigarlo, sino ayudarle a entender la consecuencia de lo que acaba de hacer.
2. Hacerle ver nuestra desaprobación. Solo necesitamos mirarlo a los ojos y hablarle con firmeza para decirle que lo que acaba de hacer no nos gusta.
3. Darle una nueva oportunidad. Con esto le transmitimos confianza. En caso de que vuelva a ocurrir enséñale que tendrá que jugar solo.
Ante este comportamiento de nuestros hijos, nunca hay que olvidar que la forma en cómo nos comportamos nosotros es el ejemplo que le estamos dando, así que evita las agresiones y enséñale que la mejor forma de conseguir lo que quiere es a través del diálogo.
Fuente:Promoting Relationships and Eliminating Violence Network
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