¿Eres el tipo de padre o madre que culpa a todos por las dificultades de tu hijo y no eres capaz de ver la realidad?
Quizá te hayas sorprendido alguna vez diciendo que la culpa de que tu hijo se porte mal en la escuela es de la maestra o que si ella controlase mejor el comportamiento de sus alumnos no habría tantos problemas en la escuela… Pero la realidad es que los problemas o las dificultades de tu hijo no se solucionarán echando balones fuera.
Aunque es posible que en ocasiones otras personas puedan contribuir a los problemas de tu hijo, no es buena opción tratar de culpar a otros exclusivamente de las cosas que hace tu pequeño… Esto hará que tu hijo siempre tome el camino más fácil y crea que él no tiene la responsabilidad suficiente para hacerse cargo de sus propios actos, y acusará a otros siempre de sus errores. Esto no le ayudará a crecer en absoluto. ¿Por qué tendría que asumir la responsabilidad de sus actos si puede culpar a los demás?
Ten cuidado de separar el hecho del hacedor
Dicen que los palos y las piedras pueden romper los huesos, pero las palabras nunca pueden hacer daño… Esto no es cierto, las palabras pueden herir de forma emocional incluso más que los palos y las piedras. Los niños que oyen repetidamente cosas malas sobre sí mismos (etiquetas) acaban creyendo que son realidad y se comportarán acorde a esas palabras.
No importa cuál sea el comportamiento de tu hijo, nunca le etiquetes ni le llames cosas como: ‘malo’, ‘vago’, ‘perezoso’, ‘travieso’, o cosas peores. Cualquier palabra o etiqueta negativa puede ser muy hiriente y se quede grabada en su memoria para siempre. Si empiezas a decir cosas como: ‘Eres un vago, ¿por qué no puedes tener tu dormitorio limpio?’ o quizá: ‘¿Estás tonto o qué? Te lo he dicho mil veces’. Estas frases que parecen inofensivas, pueden calar muy hondo en la personalidad de tus hijos.
Cuando un niño tiene un mal comportamiento no hay que culpar a otros, pero tampoco a tu hijo. Hay que fijarse en el comportamiento y no personalizar lo que ha ocurrido en las personas… Si esto ocurre su personalidad puede verse gravemente afectada. En cambio, cuando ayudas a tu hijo a resolver los problemas de varios comportamientos negativos, podrás crear un clima agradable donde tu hijo se sentirá amado a pesar de lo que ha hecho y podrá arreglarlo, aceptar lo ocurrido, asumir su responsabilidad y además, mejorar para el futuro.
No culpes a otros ni tampoco a tu hijo
No culpes a otros ni tampoco a tu hijo de su comportamiento negativo, mira qué estás haciendo o diciendo tú para que eso ocurra. Tú eres su ejemplo y también quien pone las normas y los límites en el hogar. Por ejemplo, si el dormitorio de tu hijo sigue siendo un desastre puedes decirle algo como: ‘Anoche me tropecé con tus juguetes porque están todos tirados por el suelo. ¿Qué podemos hacer para que eso deje de ser un problema?’. Si pides la opinión de tu hijo y le involucras en la situación podrá encontrar la solución y mejorar el resultado.
Señalar a otros hará que tu hijo también lo haga. Del mismo modo ocurre si tú cometes fallos e intentas echar balones fuera a lo ocurrido y no quieres asumir tus responsabilidades… Tu hijo aprenderá este comportamiento y por supuesto, lo imitará. Es necesario que seas un buen ejemplo para tu hijo y no señales a otros por tus propios fallos o errores. Asume tu responsabilidad y pide perdón o disculpas siempre que sea necesario (a tus hijos también).
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