Si te fijas en cualquier mamá que lleva a su bebé en brazos, te darás cuenta de que la mayoría lo apoya en la cadera izquierda. ¿Por qué?
Da igual que la mamá sea zurda o diestra, lo cierto es que la mayoría de mujeres (entre un 70 y un 85%) coge a su bebé por el lado izquierdo. Hasta hace poco se pensaba que esto se debía a una característica evolutiva, pero un reciente estudio publicado en la revista Nature Ecology and Evolution, sostiene que se debe a que colocar al bebé en ese lado permite al lado derecho del cerebro procesar las emociones que hay a nuestro alrededor para darnos cuenta de qué está pasando. Y es que el hemisferio derecho del cerebro es el encargado de la inteligencia emocional, es decir, de saber cómo interactuar con otras personas y procesar sus emociones.
Así, podemos poner a nuestro bebé a salvo rápidamente si algo malo sucede ya que nuestro cerebro está alerta ante cualquier signo peligroso que se pueda detectar en otras personas o seres vivos.
Esto ayuda además a las mamás a conectar mejor con el bebé y entender qué le pasa si llora o ríe. "Nuestros hallazgos sugieren que la lateralización sensorial facilita el vínculo madre-hijo", dicen los autores del estudio. La mamá puede estar más atenta a las emociones del pequeño y atenderle en seguida si le pasa algo, tiene hambre, sueño, miedo, etc.
Y, por último, en el lado izquierdo está nuestro corazón, así tenemos a nuestro pequeño más cerca de él y le permitimos que escuche su sonido, algo que siempre tranquiliza a los bebés.
Para llevar a cabo la investigación, examinaron 10 especies diferentes de animales (incluyendo seres humanos) y observaron cómo cada una de ellas cogía a sus crías. Esto les permitió darse cuenta de que casi todas cogían al bebé por el lado izquierdo para poder procesar la información que recoge el lado derecho del cerebro y así estar atentas a todo lo que pasa a su alrededor.
Por lo tanto, coger a nuestros bebés por el lado izquierdo no es algo fortuito, es un rasgo más de la supervivencia que acompaña a los seres vivos y que les permite desarrollar características para poner a salvo a sus crías.
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