Las luchas de poder pueden convertir un tiempo de difícil convivencia, tanto para nosotros los padres como para los hijos, en un tiempo de crecimiento gratificante si cambiamos nuestra perspectiva con respecto a la conducta de nuestros hijos.
Una de las formas de reconducir estas luchas de poder es poniendo en práctica las herramientas que nos ofrece la Disciplina Positiva. Como te he contado en anteriores ocasiones, la Disciplina Positiva se basa en la comunicación, el amor, el entendimiento y la empatía para disfrutar de las relaciones familiares. Utilizando sus herramientas, nos permite a los padres entender el comportamiento de nuestros hijos (incluso cuando no es adecuado) y reconducirlo con respeto, sin luchas de poder y siempre siempre de forma positiva.
En lugar de ver el comportamiento de los niños como malo y reaccionar de una manera autoritaria, los padres deberíamos ver este comportamiento como un signo positivo y saludable del desarrollo de nuestro hijo y con ello, encontrar maneras de empoderar al niño. A partir de los dos años de edad, los niños empiezan a reconocer que son personitas individuales. Esto incluye que empiecen a tomar decisiones por sí mismos, quieran ejercer su poder y voluntad sobre personas y situaciones, conseguir su propio camino, declarando su poder y la autoridad en el mundo que los rodea.
Cuando los padres reaccionamos de forma indecuada con los niños, hacemos que se sientan impotentes. Todos los seres humanos se esfuerzan por sentirse poderosos, el niño dominado puede reaccionar ante sus sentimientos de impotencia por medio de la lucha o la huida, ya sea dejando que otros tomen todas las decisiones y mantengan todo control o luchando para buscar el poder a través de comportamientos rebeldes y destructivos.
Los padres podemos cambiar y ver la lucha de poder de nuestro hijo como una señal positiva, podemos encontrar maneras útiles para que el niño se sienta poderoso y valioso y lidiar con ese comportamiento reconduciéndolo para crear relaciones de cooperación que dan poder tanto al niño como a los padres.
No controlar nuestras emociones, decirles palabras hirientes y castigarlos como solución dan cabida a las luchas de poder con nuestros hijos.
La impotencia crea venganza
Los niños que son abrumados o que se sienten impotentes, a menudo buscan ganar poder a través de la venganza y con ello tratan de lastimar a otros mientras se sienten heridos y se involucran en comportamientos que en última instancia hacen que se lastimen a sí mismos. La venganza a la edad de 2 – 3 años se puede manifestar en rabietas y tirando lo que tengan a su alcance. La venganza a los 16 o 17 años puede manifestarse en el abuso de drogas y alcohol, embarazo, fracaso, huida y hasta el suicidio.
Cuando los niños actúan en luchas de poder y su comportamiento es la venganza, generalmente se sienten impotentes y desalentados sobre una forma positiva de contribuir y saber que sus acciones cuentan. Necesitan que validen sus sentimientos.
La mayoría de los padres quiere criar a un niño que se convierta en un adulto autosuficiente, que pueda tomar buenas decisiones y tenga la confianza para ser lo que él o ella decida. Recuerda: Tu hijo verá el futuro con más claridad si le permites practicar a ser poderoso en formas útiles, responsables y apropiadas.
¿Qué podemos hacer para evitar las luchas de poder?
En lugar de dar órdenes, haz preguntas que inviten a la reflexión: ¿Qué piensas respecto a…? ¿Qué sientes…? ¿Qué has decidido…?. Por ejemplo, en lugar de dar decir ¡ordena tu cuarto! prueba diciendo ¿Qué puedes hacer para que tu cuarto se vea limpio y ordenado?
Habla menos y actúa más. Acércate a tu hijo y muéstrale lo que tiene que hacer, en vez de decir “1000 veces lo mismo” desde lejos, esperando que “obedezca” rápidamente.
Crea rutinas y luego recuérdale qué es lo que habían acordado. Por ejemplo, tu hijo se levanta de la mesa al terminar de comer y va directo a jugar, entonces le podemos recordar ¿Qué es lo que tenemos que hacer después de cenar?
Tiempo positivo fuera. Este tiempo nos permite calmarnos y actuar pensando en lo que vamos a hacer y decir, con lo cual, estamos evitando las luchas de poder.
Dale opciones limitadas. Con esto, les dará la sensación de que no tienen que obedecer todo a rajatabla y que tienen la opción de elegir.
Practica el autocontrol. Cuando entramos en la lucha de poder queremos controlar todo, pero cuanto más controladores queremos ser, más descontrolados nos volvemos. Recuerda: A la primera persona que tenemos que controlar es a nosotros mismos.
Usa el humor. A veces es la mejor solución en momentos de crisis y sirve además para detener la lucha de poder.
Ponerse de acuerdo. Ambos padres tienen que manejar el mismo estilo de crianza para no crear confusión en los hijos. Recuerda que tanto el estilo permisivo como el autoritario invita a la lucha de poder, por ello, recomendamos como opción el estilo de la crianza positiva.
Involucra a tus hijos en la solución de problemas. Esto hace que nuestros hijos tengan un sentido de pertenencia, que se sientan motivados a asumir sus responsabilidades y estén menos propensos a desobedecer.
Se consistente y congruente con lo que dices y con lo que haces.
Evita culpabilizar al otro por lo que pasa en ti internamente “Me siento cansada, colaboren con esto para poder descansar¨, esto suena mejor y se acepta mejor en vez de “Me están haciendo enfadar, obedezcan de una vez, o si no…”
Se firme y amable al mismo tiempo. Que tu expresión y tono de voz indiquen el respeto por tu hijo en todo momento. Un niño que se trata de forma respetuosa es más colaborador.
Transmite siempre un mensaje de amor. A veces estamos tan metidos en la lucha de poder que olvidamos cuánto amamos a nuestros hijos.
No busques culpables. Enfócate en las soluciones.
La Disciplina Positiva nos enseña que las luchas de poder “crean distancia y hostilidad en lugar de cercanía y confianza. La distancia y la hostilidad crean resentimiento, resistencia y rebeldía. En cambio La cercanía y la confianza crean un ambiente seguro y de confianza donde no hay temor, ni culpa, vergüenza o dolor.
Escrito por: Gina Graham
Escrito por: Gina Graham
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