jueves, 8 de marzo de 2018

La edad de las mordidas y la importancia de entender este comportamiento

Cuando nuestros pequeños acuden a la estancia infantil o al preescolar, es común que sufran o protagonicen casos de mordidas a otros pequeños. Para atenderlos y controlarlos es necesario entender en primer lugar a qué se deben. La explicación de las mordidas en los niños depende de su edad, así como de las circunstancias en las que suceden.

Cuando se trata de mordidas de bebés o antes de los dos años de vida, esto tiene una explicación relacionada con su desarrollo y crecimiento. En muchas ocasiones, la mordida es el reflejo de buscar el alivio a las molestias de la dentición.
Tomemos en cuenta también que, al encontrarse en la etapa oral, exploran a través de la boca; es así como conocen texturas, formas y temperaturas, por lo que la causa de las mordidas puede ser una reacción ante su curiosidad.

Los bebés no vinculan la mordida con el dolor ajeno, por lo que, incluso, puede significar una muestra de cariño. Es importante que los papás enseñemos, mediante el ejemplo, a través de besos, caricias y abrazos.

A partir del primer año, las mordidas pueden ser utilizadas como una herramienta de comunicación para expresar enojo, frustración e incluso para llamar la atención. En ocasiones es utilizada como señal de dominio sobre otros niños.
Es común observar un aumento en casos de mordidas cuando nuestros pequeños recién entran a la escuela. Esto se debe a que es la primera vez que se relacionan y conviven frecuentemente de tú a tú con sus iguales, y donde además tienen que compartir espacios, juguetes y sobre todo atención.

Durante esta etapa, las causas de que un niño muerda a otros podría deberse a que:

Utilizan la mordida como una forma de comunicación no verbal, puesto que no ha desarrollado completamente su lenguaje ni sus habilidades sociales.
Los niños convierten la mordida en un acto recurrente cuando se dan cuenta de que son capaces de llamar la atención o conseguir algún juguete u objeto.

Reacciona ante el estrés de una nueva situación, un cambio de rutina e incluso un problema en la interacción con los adultos. Pueden morder por celos, ansiedad o angustia.

En esta edad es común que el pequeño muerda cuando se encuentra en una situación frustrante, como una estrategia de autodefensa o solo por imitar a otros niños que muerden.
Para la atención de un niño que muerde es recomendable no gritarle o regañarlo severamente, sino explicarle que lo que hizo daña al otro niño y esto tiene consecuencias, como haberlo hecho llorar.

Algunas acciones a seguir para evitar las mordidas:

Actuar de forma inmediata para reprobar la acción, de manera firme, pero sin perder la calma.

Explicarle verbalmente que haber mordido no está bien porque causó el dolor de otra persona.

Cuando se trata de bebés es importante comunicarles el dolor a través de palabras, gestos o expresiones.
Es importante no morderles para enseñarles cómo se siente.

Fortalecer sus habilidades de comunicación para que el pequeño no recurra a la mordida, procurar su óptimo desarrollo cognitivo y lingüístico para expresar sus sentimientos mediante palabras.

Actividades tranquilizadoras y respeto a ciertos rituales que ayuden a evitarles situaciones de estrés.

Procurarles actividades desafiadoras pero no frustrantes.
Fuente:  www.sedi.edu.mx

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