jueves, 1 de marzo de 2018

TIPS PARA SOLUCIONAR EL APEGO EXCESIVO DE TU HIJO. "MAMITIS"

Mi hija siempre se iba con casi cualquiera que le echase los brazos (preocupante también), pero cuando comenzó a caminar, parece que lo hizo para poder seguirme a todas partes.

Qué significa “tener mamitis”

Tener mamitis o papitis (también se da, aunque menos) es cuando tu bebé tiene un apego excesivo a su mamá o a su papá. No me refiero a que sea cuando son recién nacidos, que por supuesto que nos necesitan a todas horas, me refiero a que, a medida que crecen esa dependencia no se va relajando sino que va aumentando.

Por qué mi hijo tiene mamitis.
La mamitis es un problema de inseguridad. Y cuando digo problema, no me refiero a un problema de verdad, sino a que los bebés quieren descubrir el mundo, pero a la vez les asusta. Por eso, necesitan un apoyo que les haga sentir seguros. Y, ¿quién mejor que mamá para eso?

También les ocurre que no tienen una noción exacta del tiempo. Para ellos, que te vayas significa que te vas, que no estarás. Da igual que les digas que vuelven en un minuto, para ellos sólo existe el ahora y ahora te vas.

 Cuánto dura la mamitis.
El periodo de la mamitis comienza sobre los 10 meses, y se termina por norma general sobre los dos, tres años.

A los cinco meses, más o menos,  nos buscan para comer, conseguir un cambio de pañales y todo lo demás que necesitan, pero sobre los nueve meses comienzan a sentir verdadera ansiedad cuando se separan de su mamá. Llorar desconsoladamente cuando nos ven irnos, o simplemente, si nos pierden de vista (a que te suena esto).

¿Debo preocuparme por la mamitis?.

La mamitis en sí no es mala. Es un proceso en el desarrollo de tu hijo. Seguramente, sufrimos más nosotras que ellos. Es completamente normal, pero hay que saber distinguir entre estos periodos transitorios de inseguridad, o de apego excesivo, normales en su evolución, de otro tipo de procesos más graves.
Puedes notar que tu hijo tiene más dependencia en las siguientes situaciones:

 La llegada un hermanito


La incorporación al trabajo de la mamá (o el papá)


 El divorcio o separación de los padres


 Empezar el cole


Necesidad de tener control sobre todo lo que le rodea


Desconfianza en desconocidos

Todas estas circunstancias, hacen que tu hijo se sienta inseguro y te necesite, y es totalmente normal.
Cuáles son los signos de “mamitis aguda”.

No ha tenido ningún cambio en su vida, no hay nada nuevo que le haga sentir inseguro, pero aún así:

 Te llama cada dos minutos, y desde que se levanta hasta que se acuesta.

Llora si desapareces de su campo visual

No deja que nadie, salvo mamá, le bañe, dé de comer, acueste ni cualquier otra cosa.

Intenta, durante todo el día, estar en tus brazos o en tus piernas, sin dejarte hacer nada.

Por la noche se despierta llamándote a gritos y sólo te deja acercarte a ti.

Qué hacer cuando tu hijo tiene mamitis
Lo más importante para intentar relajar la mamitis de tu hijo es fomentar su independencia. Al ser la mamitis una consecuencia de la inseguridad, ayudarles a ser independientes, les hará sentirse más seguro en todo lo que hacen.

Esto no quiere decir que la mamitis se solucione dejando a tu hijo solo todo el día. Al contrario, el proceso debe hacerse poco a poco.

Para ayudarle a sentirse seguro, muéstrale todo lo que lo quieres, reconfórtalo y hazle entender que lo entiendes y lo apoyas. Por ejemplo:
 Mantente serena

Aunque tus nervios estén a punto de colapsarse, mantén la calma. No debe verte perdiendo los papeles o hecha una furia. Verte así, lo que hará es asustarlo y que se sienta más inseguro aún.

Déjalo a su aire.

No lo sobreprotejas. Tenerte todo el día encima lo hará más dependiente. Cuando vayas al parque déjalo jugar con otros niños o simplemente en su habitación él solito. No le quites ojo de encima, pero discretamente.

Despídete siempre.
No te escabullas, ni te vayas sin decir nada. Tampoco le digas que vuelves en unos minutos, si sabes que vas a tardar horas, te esperará y, el ver que no llegas, se angustiará. Cuando tengas que irte, aunque creas que es demasiado pequeño, despídete y explícale que te vas. Puede que no te entienda, pero verte con una sonrisa, le tranquilizará.

 Actividades en grupo.

Deja que participe en juegos con otras personas en las que tú no seas el centro. Ver a otras personas al mando, en un entorno divertido y distendido, le ayudará a confiar y crear lazos con otras personas.

Aléjate poco a poco.

Puede que no arranque a jugar solo, está bien que lo ayudes. El truco está dejarlo poco a poco solo. Empieza jugando con él, haz que se concentre en algo. Mientras que está en ello, sal de su campo visual un momento, pero sin dejarle de hablar. Repite hasta que llegue el momento en el que esté en su mundo y ya ni se acuerde de que andas por ahí.

Vuelve y cómetelo a besos.

Al volver, muéstrale que lo has echado de menos. Al igual que al irte, el mostrarle tu cariño, hará que el momento no sea ni traumático ni problemático. Así sabrá que, aunque hayas estado sin él, para ti siempre va a ser una alegría verle.
Qué empeora la mamitis.

Puede que lo hagamos con buena intención , pero hay cosas que no debemos hacer por nuestros hijos:

 Hacerle cosas que puede hacer por sí mismo.

Puede que sea lo que nos piden o que, simplemente, tardemos menos haciéndolo nosotras, pero no es la mejor opción. Ya no es que deba aprender a comer o vestirse por sí mismo, también les ayuda a desarrollar su independencia.

 No dejarle jugar solo
No sé ustedes, pero muchas veces, he tomado la casa muy en silencio (¡miedo!) y me he acercado a ver qué andaba haciendo mi peque. Algo normal. El problema es que, ya que vas, le preguntas, le hablas y le partes su juego y su ratito de intimidad.

Tenemos que vigilarlos, pero discretamente. No deben notar que estamos pendiente de ellos, o requerirán nuestra atención aunque no la necesiten.

 Hacerles chantaje emocional.

Muchas veces lo hacemos sin darnos cuenta. Frases como: “Si no dejas de llorar me voy a tener que ir” o “Te vas a quedar ahí solo hasta que dejes de llorar”. Intentamos que se porte bien, pero, recuerda, los más pequeños no entienden de ahora, después o en cinco minutos. Solo escuchan que te vas o que se va a quedar solo y eso hará que todavía se aferre a ti mucho más.

Ignorarle o despreciarlo

Sé que es complicado estar haciendo algo que requiere concentración y que tu hijo no pare de llamar tu atención, pero no lo ignores. Respira hondo, sonríe, dile una frase coherente con lo que te dice e incítale a seguir por su cuenta.

Seguro que no soy la única que ha respondido vagamente y al segundo a tenido a su hija agarrándole la cara y diciendo: “Mamá mírame. Mírame, mamá”

Conclusión.

Tanto la absoluta indiferencia, como la atención excesiva son contraproducentes. Como decía mi abuela (y Aristóteles): “En el punto medio está la virtud”.

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