El reflejo de succión es uno de los reflejos con que los bebés nacen que les sirve para asegurarse el alimento (comer les calma el estómago pero también les tranquiliza a ellos, porque succionan) y que les ayuda a recuperar el estado de calma que se altera por vivir en un mundo que no comprenden donde muchas cosas les asustan.
Para que ese reflejo pueda activarse necesitan algo que succionar, principalmente el pecho materno, que es lo que la naturaleza ha previsto para ello, aunque los bebés que más necesitan succionar pueden llegar a aprovechar la forma de su dedo para hacerlo igualmente, tal y como muchos fetos hacen en el útero materno.
Desde el siglo pasado los bebés cuentan además con los chupetes, un sustituto del pecho materno que no alimenta pero que permite al bebé succionar y recuperar la calma, protector de la muerte súbita sobre todo en los bebés que no toman pecho (los amamantados suelen mamar por la noche, y la lactancia es protectora del SMSL), pero que utilizado por más tiempo del recomendable es nocivo, como lo puede llegar a ser también el dedo. Para que sepan más de todo ello les contamos hoy cuáles son los efectos de chuparse el dedo y del chupete y cómo evitarlos.
Los efectos negativos de chuparse el dedo.
Mientras el bebé es pequeño no hay mucho problema en este sentido, precisamente porque aún es pequeño, aunque la madre debe tratar de ofrecer el pecho para que sea lo que succione en vez del dedo.
Cuando son más mayores, chuparse el dedo les ayuda a relajarse cuando están nerviosos, a calmarse cuando tienen hambre y aún no reciben alimento y a dormirse. Sin embargo, si se lo siguen chupando más allá de los 5-6 años, cuando aparecen los dientes definitivos, y lo hacen relativamente fuerte, puede alterar de manera sustancial la forma del dedo pulgar (incluso hacerse heridas) y pueden sufrir una importante mal oclusión de la mordida, como ven la foto, en que los dientes se adaptan para permitir el espacio en el que va el dedo.
Los efectos negativos del chupete.
El chupete no debe ofrecerse a un niño amamantado hasta al menos las 4-6 semanas de vida, porque lo ideal es esperar a que primero se establezca bien la lactancia materna y el chupete no interfiera. A partir de ese momento es opcional (como lo es para los bebés que no maman). Algunos bebés lo quieren y otros lo rechazan.
Para los que lo quieren es un buen recurso en los momentos en que el bebé está muy intranquilo si no toman pecho (o si lo toman y no está mamá), aunque depende un poco del niño…
Los efectos negativos de usar el chupete más tiempo del recomendable son los mismos que en el caso del dedo, la posible maloclusión de la mordida si lo usan más allá de los 5-6 años comentados. Aunque este efecto suele ser menos acusado porque es más blando que un dedo, el chupete afecta en otros aspectos a los niños:
Los niños que usan chupete toman pecho durante menos tiempo.
Los niños que usan el chupete de manera intensa (que no solo lo usen para dormir y calmarse puntualmente, sino en más momentos del día) pueden ver afectado el desarrollo del habla, porque no permite los movimientos lógicos y naturales de la lengua y la boca en el día a día.
Además, los niños que usan demasiado tiempo el chupete pueden sufrir retrasos del habla porque hablan menos y les hablan menos. Al ir con chupete la gente les dirige menos la palabra porque saben que no podrán contestar, y al ir con chupete hablan menos porque ¡no pueden hablar!
Los niños que usan el chupete más tiempo, y no solo para dormirse, sufren un 33% más episodios de otitis.
¿Hasta cuándo dedo y hasta cuándo chupete?
A nivel de mordida, como hemos comentado, el mayor riesgo sucede cuando caen los dientes de leche y van a salir los definitivos. Para entonces lo ideal es que el niño o niña no dependa ya ni del dedo ni del chupete para dormir.
Pero como hemos dicho, el chupete se utiliza para más cosas que para dormir. Por eso la Asociación Española de Pediatría explica en un artículo que lo ideal es que:
Para evitar otros efectos adversos del uso del chupete se recomienda, en todos los niños, limitar su uso hasta el año de vida, lo cual incluye las edades de máximo riesgo del SMSL y aquellas en las que el lactante tiene más necesidad de succionar.
Si se consigue quitar al año, perfecto. Pero si no se consigue, o si ni siquiera se intenta (porque yo creo casi nadie lo quita a esa edad), lo que hay que tratar es de evitar que el chupete se utilice por el día, o dicho de otro modo, limitar su uso solo al momento en que el niño tiene sueño y lo pide para dormir. Así no afectará a la forma de su boca, así tendrá libertad para hablar y así podrá aprender a hacerlo sin un objeto metido en la boca: ¿te imaginas ir por el mundo con un caramelo enorme continuamente? Seguro que hablarías muy poco o nada.
¿Cómo quitar el chupete?
Pues del mismo modo que los adultos nos quitamos los vicios. Dejándolos solo para los momentos en que de verdad los necesitamos y buscando alternativas para dejarlos finalmente. Lo que se suele resumir en no ofrecer, no negar, sustituir, al que podemos además añadir un “hacer crecer”:
No ofrecer: si queremos que el niño deje de usarlo no podemos ir con el chupete detrás de ellos. Para nosotros tiene que, en cierto modo, desaparecer, no pensar en él como recurso, y en consecuencia eliminarlo de nuestro campo visual y, sobre todo, del campo visual del niño: que no lo vea.
No negar: si aunque no lo ve, te lo pide, dáselo. Basta que se huela que no se lo quieres dar, que algo ha cambiado con el chupete, que empieza a ser un “objeto prohibido”, para que aún lo quiera más (“me lo quieren quitar, yo no lo suelto”).
Sustituir: tener controlados los momentos en que sabemos que suele pedir más el chupete y anticiparnos buscando alternativas. Si lo pide cuando salimos a la calle darle alguna cosa de comer o beber, o bajar a la calle con el niño en brazos, hablando, preguntándole cosas, etc. Por la noche, para dormir, intentar que se duerma de otro modo, haciéndole caricias, contándole un cuento hasta que caiga rendido, cantándole una canción…
“Hacer crecer”: este es un consejo para niños que tienen ya 3-4 años en adelante, que va ligado con todos los procesos de “dejar de hacer cosas de bebé”. Si queremos que un niño deje el pañal, si queremos que deje el chupete, si queremos que se comporte como un niño y no como un bebé, tenemos que tratarle como a un niño, y no como a un bebé.
Muchos padres siguen tratando a sus hijos de 4 años como si no los tuvieran, detrás todo el día como si fueran incapaces de tener la más mínima autonomía, y lo que están haciendo es retrasar aún más su desarrollo. Hay que dejarles crecer, hay que dejar que intenten hacer cosas que siempre les hacemos nosotros (porque muchas veces lo intentan y nosotros, para ir más rápido, no les dejamos) y hay que hablarles como a niños y no como a bebés (que el “miau” sea un gato, el “tete” el chupete y el “nene” sea el niño).
Dejándoles crecer, tomar autonomía, se sienten más capaces de dejar aquellas cosas que aún les anclan a etapas anteriores. No hablo de “forzar a dejar”, sino de “ayudar a no necesitar“.
¿Cómo quitar el dedo?
El dedo es menos problemático para el habla porque es raro que un niño vaya con el dedo metido en la boca todo el día. Sin embargo, es más duro que el chupete y es imposible eliminarlo y en consecuencia es más capaz de afectar a la mordida y más difícil de evitar (hay adultos que se chupan el dedo en la intimidad). Los consejos son similares a los comentados con el chupete:
Buscar alternativas que puedan ayudarle a estar tranquilo, como un juguete o muñeco de peluche, o directamente acompañarle hasta que coge el sueño.
Intentar que duerma tan pronto note que tiene sueño: a menudo tardamos y luego cuando van a dormir tienen menos sueño y hacen uso del dedo para “provocarse” la calma y dormirse.
Ayudarle a que hable de sus problemas o frustraciones, para que intente superarlas desde la cognición y no desde la succión… es un ayudarle a crecer y a encontrar otras herramientas para encontrar la calma.
Fuente: Escuela Infantil Pequelandia León
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