Si empleamos el NO constantemente como: no puedo jugar contigo, no puedes ir al parque, no cojas la tableta o no pegues a tu hermano; el mensaje es negativo y además estamos abusando del NO y con ello corremos el riesgo de que no nos hagan caso.
Puedes guardar el NO para algo realmente importante, algo que suponga un peligro para tu hijo, como cruzar la calle sin ir de la mano, o asomarse a la ventana y para el resto de las cosas utilizar fórmulas positivas. De esta manera, podemos cambiar el mensaje diciéndoles, qué te parece si jugamos después de hacer las camas; hoy en vez de ir al parque, vamos a organizar un juego muy divertido en casa; cuando termines tus tareas, podrás coger la tableta; si pegas a tu hermano, no querrá jugar contigo.
No se trata de no negarle al niño cosas, de hecho los padres debemos hacerlo para aplicar disciplina, imponer normas, reforzar el carácter del niño, en definitiva, para educarle. Sin embargo, cuando lo decimos 20 veces, pierde todo el significado. Para decir no a los niños de forma positiva podemos:
Sugerir otra cosa que puede hacer:
Si no podemos ir al parque, podemos cocinar en casa, jugar a juegos de mesa, pintar…
Posponer la petición hasta que realice:
Si en ese momento no se puede llevar a cabo lo que quiere o estamos ocupados, podemos dejarlo para otro momento, pero hemos de recordar cumplirlo.
Explicarle qué ocurrirá si hace lo que quiere:
Si pega a su hermano, si rompe los juguetes, si se asoma a la ventana, puede haber consecuencias, debemos explicarlas.
Aclararle las normas:
Antes de que llegue el momento de decirle no a las chucherías, no a saltar charcos o no a ver más tiempo televisión, tenemos que contarles qué normas tenemos en casa y por qué. De esta manera, ellos anticiparán la respuesta.
Emplear el humor.
Esto incluye reír, bromear y disfrutar de las pequeñas cosas pero también desdramatizar esos problemas cotidianos a los que nos enfrentamos con ellos: el vaso derramado, los juguetes por recoger o las rabietas en el parque.
Fuente: Guía infantil
Esto incluye reír, bromear y disfrutar de las pequeñas cosas pero también desdramatizar esos problemas cotidianos a los que nos enfrentamos con ellos: el vaso derramado, los juguetes por recoger o las rabietas en el parque.
Fuente: Guía infantil
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