Recuerda que Tú también fuiste niño
que marcabas las paredes
con obras de arte improvisadas,
que venías corriendo
y tocabas con tus manos sucias
las bellas paredes blancas
que papá acababa de pintar.
Recuerda que tú también fuiste niño
que te lamías los dedos
cuando ya se te acababa
la barra de chocolate
sin importar si estaban sucios,
que te escondías
para comerte ese dulce
antes de las comidas.
Recuerda que tú también fuiste niño
que pasabas por los charcos de agua
y brincabas en ellos,
sin importar si la ropa que vestías
era la adecuada para eso,
¿acaso tu mamá pensaba
que eso se podía hacer?
Recuerda que tú también fuiste niño
que te ensuciabas en el piso,
andabas descalzo y feliz,
no importando cuántos zapatos
tuvieras para usar.
Recuerda que tú también fuiste niño
que se te caían los vasos, los platos y se quebraban,
que llorabas por no comer sopa
y detestabas el brócoli.
Recuerda que tú también fuiste niño
que te cortaste el cabello
tu mismo con un corte particular
y tal vez la pintura de labios de mamá
fue irresistible y te maquillaste.
Recuerda todo eso para que cuando
tu hija o hijo haga algo parecido
tengas empatía y piedad,
que entiendas el proceso de crecer,
de ser feliz y de aprender.
Mery Bracho
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