domingo, 4 de marzo de 2018

“Mira que si te portas bien te daré un PREMIO”

¿Cuántas veces al día haces cosas “bien hechas” sin esperar nada a cambio? Ese es el principal problema. El binomio premio/castigo es el mayor de los engaños educativos.

En otras ocasiones hemos hablado y volveremos a tratar el tema de los castigos pero, ¿qué pasa con los premios y halagos? Pues que todo tiene un valor intercambiable. Que todo lo que aprendemos tiene una consecuencia cuantificable y mesurable en “me compensa o no”…
¿Y si eliminamos los premios? ¿Y si educamos sin materialismo, manipulación y chantaje?

Está claro que es imposible hacerlo si el planteamiento educativo que tenemos no va más allá del “que me obedezcan”. Eliminar el condicionamiento requiere una “remodelación” completa, desde los cimientos hasta el tejado.
Partiendo de la base de que en la infancia se aprenden los patrones con los que luego vamos a entender e interactuar en el mundo, debemos replantearnos la posibilidad de dejar de prometer y ofrecer “cosas a cambio” y empezar a mostrar el valor mismo de los aciertos, de las “cosas bien hechas” y , mucho más importante : de los AVANCES DEL PROCESO.

Si pretendemos que “hagan lo que queremos” y ya mismo, claro que necesitamos un intercambio inmediato.
“Come y te pongo dibujos animados”

Si entendemos que TODO, ABSOLUTAMENTE TODO es un proceso que requiere pasar por fases en las que se van adquiriendo competencias POCO A POCO, podremos permitirnos un “mañana saldrá mejor” cuando las cosas van mal y un “¡lo has conseguido!” cuando todo va bien.

No todo debe ser a cambio de algo. Los valores como el esfuerzo por mejorar, el autoanálisis para la crítica constructiva, la satisfacción por alcanzar retos y el aprendizaje de los errores NO SE APRENDE EN NINGÚN LIBRO, no a cambio de nada…
Es muy improbable que nuestros hijos aprendan a tener un “autocontrol” si todo los que les “controla” viene de fuera. Si siempre están esperando ese “algo” que PAGUE lo que han “hecho bien”.

Y sin darnos cuenta estamos empujando a nuestros hijos a confundir el VALOR de las cosas por EL PRECIO…que son dos cosas demasiado distintas.
Necesitamos ofrecer a nuestros hijos la maravillosa sensación de satisfacción al superar un obstáculo, al encontrar una solución a un problema, al experimentar CRECIMIENTO. Ningún gomet verde enseña todo eso. Necesitamos hacerles entender que no se es “bueno” por obedecer más rápido. ¿Qué es ser bueno? Eso es otro debate…

El premio y la alabanza les hacen dependientes de valoración externa, de juicio ajeno…adictos del aplauso y del los verbos conjugados en condicional.
No premies sus aciertos, pregúntale qué siente por haberse superado, aliéntale para seguir por ese camino y felicítale por haber sido capaz de hacer algo que antes no conseguía, que el premio sea la sensación de triunfo, porque la percepción de CAPACIDAD es la base de la autoestima, es un pilar maestro de su equilibrio emocional futuro.

Hazle consciente de que el mayor regalo por intentar hacer las cosas lo mejor posible es llegar a donde se propongan, pero sobretodo es LA INTEGRIDAD. Nada puede comprar eso.

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