sábado, 7 de abril de 2018

Tu hijo no será pequeño siempre, préstale atención

La infancia es solo una fase en el crecimiento de nuestro hijo, y no te la puedes perder. Cuando tenemos a nuestro bebé en casa, no somos conscientes de lo afortunadas que somos. 

Aunque esos meses los pasamos cambiando pañales, dando papillas, y lavando ropa…un buen día le tienes que llevar de la mano al colegio, y es cuando te das cuenta de que tu hijo ha crecido. ¿Cuándo ha ocurrido?.
Es entonces cuando comienzas a echar de menos todas esas situaciones que antes incluso te agobiaban, pero ya no hay vuelta atrás. La infancia es solo una fase, tu hijo no será pequeño siempre.

El crecimiento es el proceso biológico más característico de la infancia. En los primeros años de vida ocurre un rápido aumento en la estatura y peso del niño.
Simplemente en el primer año de vida el niño triplica el peso al nacer, y crece unos 25 centímetros. Este crecimiento tan desorbitado no se volverá a repetir en el resto de la vida. Durante el segundo y tercer año, se estima que crecerá la mitad que el año anterior.

A partir de los cuatro años es el período de tiempo en el que los niños crecen de una forma más estable. La disminución progresiva del ritmo de crecimiento, se mantiene de forma lenta pero continua.

Finalmente la última etapa de crecimiento se inicia a partir de los doce años, cuando comienza la pubertad en la que el niño vuelve a experimentar un crecimiento acelerado. Se acompaña de importantes cambios madurativos que coinciden con el proceso de maduración sexual.
También crecen emocionalmente.

El crecimiento de nuestro hijo no es solo físico, el desarrollo emocional del niño es el pilar del futuro adulto, y nosotros debemos estar ahí para ayudarle. Las emociones en los niños surgen de manera progresiva a medida que van creciendo, están programadas de forma biológica.

Así, poco a poco se va produciendo el desarrollo cognitivo, y el niño toma conciencia de sus propias emociones, y de las emociones de los demás. En las emociones de los niños, la autoestima juega un papel fundamental.Dependiendo de cómo se desarrolle, el niño tendrá unos sentimientos u otros.

Afortunadamente el niño va tomando conciencia de que sus emociones y sus actuaciones deben tener ciertos límites en algunas ocasiones, por lo tanto los adultos que acompañan al niño, deben guiar y ayudar a autorregular el comportamiento del niño.
Lo que hagas con ellos influirá en su futuro.

Eres su modelo a seguir siempre, tanto para bien como para mal. Y además en tus manos está su futuro. Se trata de los pequeños detalles, esos que influyen para siempre en los niños y que los llevará por un camino u otro. Esa es la parte sobre la que deberíamos reflexionar cada día.

Además, debemos enseñarles a aprender de sus errores y a cambiar de actitud, pero no olvidemos motivar y reconocer sus buenas actuaciones, todo eso ayudará a que sean adultos de éxito.

Nuestro ejemplo marcará su vida. Cuando nuestros hijo nos cuenten algo, debemos escucharles siempre y ser tolerantes, para que nuestros hijos sepan que siempre podrán confiar en nosotros.
El mejor regalo para tu hijo es dedicarle tu tiempo.

Se trata de organizarnos para que en nuestro día a día, dispongamos de tiempo para disfrutar con ellos. Es decir la clave está en transformar todo el tiempo que pasemos con nuestros hijos, en tiempo de disfrute.

Podemos incluirlos en nuestras actividades cotidianas, como ir a la compra, hacer la comida o simplemente recoger la ropa de la lavadora. Por supuesto ese tiempo también incluye hacer las tareas escolares con ellos, leer un cuento antes de dormir o simplemente reírte con tu hijo.

Ese tiempo no tiene precio ni para ti, ni para ellos. Y recuerda que el tiempo pasa y difícilmente se recupera. 
Guarda pequeños recuerdos de su infancia.

Hay recuerdos que no podemos almacenar en una caja como un olor o un sabor, pero todos lo demás que sea significativo en la infancia de nuestro hijo está a nuestro alcance.

No podemos olvidarnos de fotografiar todos y cada uno de los momentos más importantes para ellos, como su cumpleaños, la actuación de Navidad del cole o simplemente una tarde de primavera jugando en el parque.

Pero si somos nostálgicos, también guardaremos su primer mechón de pelo o su diente de leche, al igual que el muñeco con el que solía dormir todas las noches.

¿Y sabes qué será lo mejor de guardar todas esas cosas? Muy sencillo, que cuando sea mayor y las vuelva a ver, tú tendrás muchas historias que contarle y volverán a compartir tiempo juntos.

Nuestro último consejo… Y, por supuesto, exprimir los momentos, estar presentes en cada fase, disfrutar de las pequeñas situaciones, para no descubrir, dentro de unos años, que no las hemos vivido.

Fuente. Eres mama 

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