sábado, 7 de abril de 2018

La crianza y la Culpa

Padres y madres suelen sentirse culpables por las irreales expectativas propuestas o por responsabilidad excesiva respecto a los hijos

Es común que padres y madres sientan culpas con respecto a la crianza de los hijos. Estas suelen provenir de la responsabilidad, y afecta primordialmente a las mujeres, quienes pueden manifestar este sentimiento incluso desde el embarazo. “La culpa, ya sea por acción u omisión, es uno de los sentimientos más fuertes y paralizantes que puede experimentar un ser humano. Afecta directamente todas nuestras relaciones con los demás y nuestra percepción general de las mismas”, explica la psicóloga y terapeuta Olga María Renville.
En la infancia es común para la madre sentirse culpable a distintos niveles por acciones que van desde la decisión o la posibilidad de amamantar o no, hasta cargar al bebé cada vez que llora o permitirle dormir en la cama de los padres. Los niveles de culpa suelen tener relación con las expectativas y críticas del entorno y con su propia seguridad.

Según Renville, la culpa suele aparecer, entre otros motivos, como consecuencia de altas o irreales expectativas que nos hemos propuesto como meta. A veces hasta llega a atormentarnos por una responsabilidad excesiva respecto a los hijos”.
La culpa puede volverse tóxica y desembocar en una depresión si no se maneja adecuadamente. La intervención de un profesional de la conducta puede resultar de gran importancia para evitar que los daños alcancen también a los hijos. 

¿Qué hice mal?

Cuando llega la adolescencia, muchos padres se sienten culpables por ciertas actitudes de sus hijos o por su vestimenta, estética, amigos y pasatiempos. Y más aún: “Cuando un hijo asume conductas o actitudes que atentan contra la sociedad o ellos mismos, los padres se perturban y cuestionan si faltó autoridad, amor o disciplina o si fueron negligentes, así pierden la capacidad de enfocarse y encontrar soluciones”, asegura la psicóloga Renville. 
Las maneras de librarse de la culpa

La sociedad tiene parámetros de conducta aceptables o negativos con los que separa a los seres humanos. Hacer algo que se considere “no adecuado” puede generar el sentimiento de culpa. Cuando esto ocurre con respecto a la crianza de los hijos, puede causar que los padres pierdan la objetividad “y marquen esa crianza asumiendo una actitud permisiva ante ellos que dañe la formación de su personalidad y desconozcan la importancia de la responsabilidad y las consecuencias de sus acciones”, explica la experta en la conducta humana Olga María Renville.

La psicóloga añade que es frecuente que los padres integrados al área laboral manejen culpa por el poco tiempo, en cantidad y calidad, que dedican a sus hijos, y por eso actúan de forma complaciente ante ciertas faltas en la conducta de ellos, cediéndoles entonces una posición de poder a través de la manipulación, en la que utilizan la culpa que sienten sus progenitores para lograr sus caprichos.
Lo que sienten

Padres y madres que viven la crianza con culpas no solo generan problemas en los hijos y alteran la vida familiar, sino también son personas que experimentan altos niveles de frustración, baja autoestima, y desarrollan una percepción distorsionada de la responsabilidad.

Así lo afirma Renville, quien comenta que existen diversas formas de liberarse de la culpa.

“En cuanto a la que se siente en relación con la crianza de los hijos, debemos identificar los límites de nuestra responsabilidad y en qué debe consistir nuestro rol de orientadores. No es justo sentirnos eternamente responsables del éxito o fracaso de quienes nos rodean”.
Es cierto que ningún padre o madre quiere causar daño a sus hijos, aunque por ignorancia e inexperiencia se cometen errores que afectan la formación; sin embargo, toda persona que tiene a cargo la crianza de un niño debe asumir el compromiso de educarse y buscar orientación para crear las condiciones apropiadas para dar lo mejor.

Perdonarse

Si cada padre y madre asume con una actitud positiva la crianza, escucha menos comentarios malintencionados de su entorno, se mantiene en formación constante y cuenta con el apoyo de profesionales como el pediatra o un buen terapeuta, no tiene que temer.
Si se comete un error en la crianza que afecta directamente al hijo o hija, es preciso reconocerlo, no para alimentar la culpa, sino para poder pasar a un proceso de perdonarse a sí mismo para alcanzar liberación.

Esto es necesario -según Renville- porque con sentimientos de culpa de por medio es muy difícil tener una relación familiar saludable, donde la confianza y la comunicación fluyan de forma apropiada.

No olvidemos que en la crianza de los hijos debe primar una buena comunicación de doble vía, donde se conjugen la confianza y el respeto mutuo y donde los límites y los roles estén claros y bien definidos.

El sentimiento de culpa no superado y alojado en la mente de una persona por largo tiempo puede acarrear daños tanto físicos como mentales, “manifestándose a través de severas depresiones, baja autoestima y otros trastornos del estado de ánimo”, dice la psicóloga y terapeuta.

Renville aconseja a quien se encuentre viviendo con culpas solicitar la intervención de un especialista de la conducta para lograr la recuperación y la liberación. Asegura que la formación espiritual es de gran soporte al lidiar con sentimientos de culpa.

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