Cuidarse como mujer es actuar en sabiduría, en salud y en bienestar. Es recordar lo que valemos y merecemos para poder dar la mejor versión de nosotras mismas a nuestros hijos. Es aprender a ser fuertes, a dejar a un lado los miedos para abrazarnos a la esperanza y a ese bienestar que sana, orienta y alimenta.
Algo que nos recuerdan muchos especialistas en crianza y en maternidad, es la necesidad de atender el bienestar emocional y psicológico de la madre, tanto durante el embarazo como los primeros meses tras el parto. Resulta curioso, por ejemplo, cómo nos preocupamos por las mamás para que vayan a las revisiones, para que se hagan las ecografías, para que coman de forma adecuada, etc, pero pocas veces nos enfocamos en saber cómo se encuentran emocionalmente, si sufren estrés…
Aún más, tras el parto, suelen acontecer la que es para muchas mujeres la época más compleja y delicada. De hecho, a día de hoy la depresión postparto sigue siendo un tema tabú. Es como si la mujer que no se ve con fuerzas, que siente mal, sin energía, motivación ni ánimo fuera en realidad el reflejo de una “mala madre”.
Es necesario dar una vuelta de tuerca hacia estos temas. La depresión postparto afecta al 15% de mujeres. Es un dato destacable sobre el que reflexionar y que abordar con valentía. Porque en ocasiones, la propia mamá no puede sola con todo, necesita ayuda, adecuadas estrategias y ante todo, esa cercanía sincera capaz de hacerle ver que es entendida, y que no debe autopercibirse como una mala madre y que va a poder superarlo.
Invertir en nosotros mismos es ganar en calidad de vida. Cuidarnos como merecemos, sanarnos como mujer es el primer paso para poder ser felices y a su vez, dar lo mejor de nosotras mismas a nuestros hijos. Lo mismo ocurre con los padres. Cuidar del propio bienestar psíquico y emocional es garantía de éxito en la crianza y en esa armonía personal y familiar donde poder con todo, donde disfruta de cada día, de cada detalle…
Sanarme como mujer es poder identificar mis heridas internas
¿A qué nos referimos realmente con “sanarnos”? Antes que nada es conveniente recordar que muchos de nosotros seguimos avanzando por nuestro día a día con muchos asuntos pendientes, rencores, tristezas camufladas, recuerdos traumáticos, carencias y múltiples vacíos emocionales.
Nadie podrá dar a los demás un amor fuerte y auténtico si le pesan más esas heridas, esos pequeños agujeros negros que se integran en su cotidianidad e incluso en el modo en que educan a sus hijos.
Debemos identificar esas heridas interiores, esas cicatrices mal curadas que nos impiden respirar en paz.
Saber reconocer esos hechos y aceptarlos después es un paso en la curación.
Más tarde, es necesario oxigenar la herida, llorarla, desahogarla… Y avanzar con la cabeza alta.
Ser valientes, saber perdonar y avanzar sintiéndonos más sabias por lo aprendido
Sanarse como mujer es a su vez, entender que todo lo vivido y sufrido nos puede hacer más fuertes. Para ello, es necesario saber perdonar, saber dejar el pasado en esa estantería de nuestro ayer para cerrar la puerta después mirando al horizonte con esperanza, ilusiones y madurez.
Di no a ser cautiva de tu pasado. Tu presente está lleno de oportunidades, es un modo de reiniciarnos teniendo en nuestro interior aprendizaje vital, algo que te confiere una identidad propia, una historia única que has podido superar.
Eres una mujer resiliente que ha hecho de sus debilidades sus fortalezas. Así que cierra el circulo del dolor pasado para cruzar el umbral hacia el presente, ahí donde todo es nuevo y tú eres la protagonista.
Me cuido cada día, me atiendo y me quiero para darte siempre la mejor versión de mi persona
No te descuides mamá. Debes atender cada día a tu bebé, velar por su sueño, alimentarlo cada poco tiempo, estar alerta, anticipar sus necesidades… Ahora bien ¿qué haces por ti? ¿de qué manera te cuidas también a ti misma?
No lo hagas, no te quedes en un segundo plano, porque si no te dedicas algo de tiempo a ti misma, si no cuidas tu relación de pareja, y si no desconectas en algún momento con tus amistades y relaciones sociales, puedes llegar al límite de tus fuerzas.
Cómo cuidarte, una prioridad para poder ser más fuerte, más satisfecha y más feliz
Eres mamá, pero también eres mujer, eres pareja, eres amiga, hija, hermana y una persona que ansía seguir creciendo, madurando aprendiendo. Todo ello debe conseguirse cada día en armonía con cada dimensión, porque es así como alcanzarás la auténtica felicidad.
Cada instante pasado con tu hijo es un regalo, pero dedicarte un par de horas para ti misma no hará que seas mala madre. Así pues, no dudes en delegar responsabilidades, en dejar que tu pareja o alguien de tu familia se ocupe de tus hijos una tarde para que puedas desconectar, descansar y volver así con tu niño con más ganas e ilusión.
Haz cosas nuevas cada día. Ser madre te obliga muchas veces a seguir una férrea rutina, no obstante, procura que cada jornada sea diferente de algún modo, porque a veces, un pequeño detalle, un simple paseo o incluso una lectura, alegra enormemente nuestro día.
No dudes en sanarte como mujer, en abrazar tu identidad, en cultivar tu felicidad para legar a tu niño tus propias bellezas como persona madura y valiente.
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