El constante lloriqueo es algo que a muchos padres les desespera. Para poder aguantar y sobrellevar esta etapa deben entender que los primeros años de vida son difíciles tanto para los pequeños, como para los propios padres y que lo mejor que se puede hacer es mantener la calma y tratar de ayudar al niño.
Factores físicos que influyen en que el niño llore más
Todo efecto tiene su causa. Así que si nuestro hijo llora por todo debemos entender que es por un motivo, el cual es importante para él dentro de su mundo. Podemos centrarnos en dos tipos de posibles causas: físicas y emocionales. En primer lugar hablaremos de las causas físicas que son las más comunes y las que suelen ser más fáciles de identificar.
El niño tiene sueño. Muchas veces los niños ponen esfuerzo en permanecer despiertos. Esto hace que aparezca el cansancio que es un factor al que son muy sensibles los niños y que les debilita. Cuando ocurre esto, aparecen como respuesta comportamientos como llantos o rabietas
Periodo de incubación. Hay casos en los que el niño parece que está más mimoso de los normal y solo quiere estar con su madre. Se ve que el niño está débil o está incubando una enfermedad y quiere hacer cosas que ya no pedía, como por ejemplo, dormir con sus padres. O está comiendo menos de lo que suele hacerlo.
Tiene hambre. Cuando esperamos mucho tiempo a darle de comer el niño entra en una fase de ansiedad y rabia en la que se descontrola. El hambre es un factor que debilita al niño y produce respuestas similares a las que aparecen cuando tiene sueño
Las pautas que deben seguir los padres para lidiar con este tipo de factores son sencillas: la manera más segura de evitar que el niño acabe llorando por todo es procurar que coman bien y que duerman lo que necesitan según su edad. Es importante también estar alerta para detectar cualquier signo de enfermedad. Ver si el niño está inquieto o 'fuera de lugar'.
Causas emocionales del lloriqueo constante de los niños
Hay otras causas que pueden darse por una razón afectiva:
Falta de madurez: Hay situaciones que le superan cuando explora el mundo. Aún no tiene la madurez necesaria para enfrentarse a ellas. Esta sobreviviendo en un mundo en que desea hacer cosas pero no puede como por ejemplo, quiere correr pero apenas anda erguido. El niño en los primeros años de vida puede tolerar un cierto nivel de frustración, pero tiene un límite.
Falta de estímulos: Privarle de los estímulos necesarios a su edad para que pueda explorar y adquirir habilidades que le llevan a superar los obstáculos que va encontrando en el mundo debido a la sobreprotección.
Falta de atención: La atención que los padres dan al niño. ¿Las necesidades emocionales del pequeño están cubiertas?
¿Qué pueden hacer los padres ante estos factores emocionales?:
1. Deben comprender que los niños pueden estar pasándolo mal. Por tanto, no enfadarse con él. En cambio, acompañarle y mostrar que le comprendemos. Así, los padres lograrán calmar al niño y cubrir sus necesidades. Por tanto, darle atención y hacerle saber que le queremos.
2. Usar las palabras. Expresando verbalmente todas las ideas que tenemos. Explicarle las cosas tal como son. Sin mentirle.
3. Consolar con abrazos.
4. Mantener rutinas familiares en el hogar para que el niño se sienta seguro.
Muchas veces los niños entran en esa espiral de mal humor de repente y no hay ninguna causa pero hemos de interrumpirla de alguna manera. En estos casos debemos poner a trabajar nuestra imaginación. Cambia el contexto, invéntate un juego con el que distraigas al niño y pueda aparecer de nuevo el buen humor
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