Cada persona es diferente y, lo mismo ocurre con los niños. Cada niño tiene su propio carácter y su manera de comportarse, algunos pueden ser niños desafiantes y desobedientes, responden, cuestionan, se niegan a cumplir las normas, a menudo ponen a prueba los límites y a los adultos, etc.
Estos niños pueden suponer un desafío constante para los adultos que tratan de educarlos, y a menudo nos llevan al desgaste y la desesperación, con lo cual consiguen salirse con la suya.
¿Por qué son niños desafiantes y desobedientes?
En primer lugar tenemos que entender cuáles son las razones que explican esa conducta. La conducta es resultado de la etapa evolutiva en la que se encuentra el niño y las necesidades de la misma, unido al componente genético y al ambiente:
Por un lado rasgos de su temperamento. Hay una parte innata, genética que predispone a ciertos rasgos de carácter.
Y por otro lado, el estilo educativo de la familia. Cuando el niño no tiene claras las normas, cuando no asocia consecuencias al incumplimiento de las mismas, tenderá a desobedecer y salirse con la suya.
Los niños están en el periodo de desarrollo, maduración y aprendizaje por excelencia. En este periodo se produce el desarrollo de la identidad, a veces necesitarán reafirmarla, también el desarrollo social y el moral, necesitan probar los límites, cuestionarse las normas, etc., para que estos procesos se produzcan satisfactoriamente.
Podemos entender la desobediencia y el desafío como un modo de comportarse que aparece ante las necesidades del niño, en especial la necesidad de reafirmarse, unido a su temperamento y condicionado por el estilo educativo.
El niño se cuestiona y quiere reafirmarse, para ello prueba límites, y cuando obtiene algún beneficio en este proceso generaliza esa forma de actuar y la convierte en un hábito.
¿Qué podemos hacer con los niños desafiantes y desobedientes?
El primer paso es entender porque se comportan así para poder actuar. Entenderlos nos va a ayudar a no tomarlo como algo personal y a no sentirnos culpables. A menudo podemos tomar ciertas conductas del niño como algo personal, en esos casos nos podemos dejar llevar por nuestras emociones.
Mantener la calma y no mostrar que nos está afectando. En muchas ocasiones el niño trata de ver donde esta nuestro límite, al mantener la calma le mostramos que nos vamos a mantener firmes aunque traspase los límites.
Establecer unas normas claras y consensuadas con ellos, así como las consecuencias ligadas al incumplimiento de las normas. Es importante ser firmes en este sentido.
No entrar en su juego de desafíos. Le decimos las cosas claras y nos mantenemos firmes, pero evitamos entrar en su terreno. Es posible que en un principio los desafíos y las malas conductas sean más intensas, y en estos momentos es fundamental mantenernos, ya que están poniéndonos a prueba y van a intentar lo que sea.
Utilizar la emoción positiva para romper los desafíos y desviar la atención es muy positivo y efectivo. En lugar de enfadarnos y entrar en su terreno, podemos hacer una broma de sus desafíos o hablar de otra cosa en tono positivo. Los niños tenderán a buscar esas emociones positivas.
Reforzar las conductas no desafiantes y evitar los refuerzos a sus desafíos.
Por Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga y Pedagoga
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