Los padres quieren que sus hijos tengan buenas notas en el colegio y se olvidan de una parte muy importante de la realidad: las notas no lo son todo. Si los padres centran la felicidad del hogar únicamente en las notas que el niño saca en la escuela, algo estamos haciendo muy mal. Las notas de un examen son solo un número y una parte ínfima de la vida del niño. Son solo contenidos que debe aprender, pero que aunque son importantes, no debe ser el centro del universo de tu hijo.
Si centras toda la importancia de la vida de tu hijo en sus notas escolares y estas no son buenas o no le sale bien un día un examen, entonces, la realidad es que tendrá una gran frustración interior y creerá que no vale para nada. Más que centrarte en la nota del examen, es importante en otros aspectos importantes como por ejmplo; la constancia, en el tesón, en el amor propio, en cómo tu hijo puede hacer las cosas si quiere, en sus capacidades, etc.
El día del examen
Quizá tu hijo tenga hoy o mañana un examen, y cuando vayas a recogerle lo primero que escucharás a los otros padres es: ¿cómo fue el examen? ¿Crees que sacarás buena nota? Está bien que le pregunten y se preocupen, pero no es bueno que centren toda su felicidad y toda la energía en su respuesta, porque, ¿y si le salió mal al niño porque se puso nervioso? Muchos padres riñen a un niño en estas circunstancias porque si no le ha salido bien un examen, ¡no tendrá buena nota!
Pero la realidad es que eso no importa, lo que importa es por qué el pequeño se puso nervioso. Quizá no estaba bien preparado para el examen, quizá sentía demasiada ansiedad pensando que si lo hace mal en casa le reñirán o posiblemente se deba trabajar el por qué de esa inseguridad y baja autoestima infantil. Todo esto, es mucho más importante que el número que el maestro pondrá en la nota de su examen.
La pregunta que realmente tu hijo necesita escuchar
Por todo esto, tu hijo necesita escuchar otro tipo de pregunta cuando llegues por él a la escuela, para que sepa que te preocupas por él y que estás a su lado cada día. La pregunta nada tiene que ver con el examen, si no con lo que realmente importa: la vida de tu hijo. Por tanto, a partir de ahora, tenga o no tenga un examen, no olvides preguntarle:
“¿Qué tal ha sido tu día en la escuela?”
No necesitas más que eso. No le tienes que preguntar si el examen fue fácil o difícil, tampoco tienes que atosigarle para saber si le ha dado la nota. Tampoco le digas si crees que aprobará o si no lo hará. Tampoco le preguntes si se lo sabía todo o si se olvidó algo. Esto no hará que parezca que no quieres a tu hijo, ni mucho menos.
Todo esto es importante porque así tu hijo sabrá que eres muy importante para él y que las notas del examen realmente son solo un número. De esta manera sabrá que siempre estarás a su lado cuando quiera contarte algo y que si ese algo no es bueno, también puede contar contigo para encontrar las soluciones más adecuadas. Y porque, de esta manera él mismo te contará qué tal fue el examen.
Pero con esto, no quiere decir que realmente nunca debas preguntar a tu hijo sobre sus exámenes, ¡claro que debes! Pero simplemente, que no sea lo primero que le preguntas cuando le ves después de la escuela.
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