Educar a los hijos es una tarea formidable y no basta con reproducir los modelos vividos en la infancia u observados en la práctica común. Para ser un buen padre hay que saber qué se quiere conseguir y por qué.
La clave para ser ser un buen padre es conseguir una buena relación personal con los hijos y crear un clima emocional estable y agradable en el hogar. A partir de esta premisa, es necesario y fundamental desarrollar las siguientes habilidades:
1. Un buen padre es real y auténtico
Ser abierto y no estar siempre a la defensiva es esencial. Un buen padre no debe tener una actitud crítica constante.
También es importante ser compasivo y directo en el estilo de comunicación.
Un buen padre tampoco pone la conformidad social por encima de los intereses personales de sus hijos. En lugar de intentar eliminar o disimular el dolor emocional para adaptarse a los patrones sociales, un buen padre debe ayudar a sus hijos a aprender a hacer frente a las realidades de la vida y a mantener su individualidad.
En una relación padre / hijo, el niño tiene que relacionarse con una persona real. Es vital para el desarrollo temprano de los niños, que sean capaces de mirar a los ojos de una persona real y verse reflejados con precisión en ella.
Los buenos padres son capaces de relacionarse con sus hijos con verdadera empatía y comprensión. Los buenos padres están interesados en conocer a sus hijos, no convertirlos en una prolongación de ellos mismos.
Para los buenos padres, la individualidad y la singularidad de sus hijos son más importantes que una norma social.
2.Un buen padre no trata a sus hijo desde un papel superior
La crianza efectiva tiene lugar en el contexto de una alianza respetuosa entre dos personas iguales. Un buen padre no se coloca en un plano superior, ni asume una postura de omnipotente.
Un buen padre es consciente de que tanto él como sus hijos son seres humanos que merecen el mismo respeto. Esta igualdad supone un reconocimiento del derecho a una existencia individual del otro.
Los buenos padres no utilizan las diferencias evidentes en conocimiento, poder o experiencia para explotar, dominar e intimidar a sus hijos.
3. Un buen padre es coherente
Un buen padre ofrece consistencia y estabilidad. Debe tener la madurez para suspender sus propias necesidades y prioridades para responder a las dudas de sus hijos y ayudarles en sus problemas sin reflejar en ellos sus intereses o necesidades.
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