¿Crees que en la educación está todo inventado? Pitágoras dijo “educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”, algo que no se aleja en exceso de las teorías de la disciplina positiva, cuyas técnicas analizaremos en las siguientes líneas.
La educación infantil es un tema que han desarrollado centenares de pensadores, psicólogos, educadores, sociólogos y especialistas. Hoy en día tenemos infinidad de teorías, por lo que la decisión depende realmente de cada padre y madre. No obstante, la disciplina positiva puede ser una excelente opción para criar niños autónomos y plenos.
¿Qué es la disciplina positiva?
Según la autora Jane Nelsen, podemos considerar la disciplina positiva como un conjunto de enseñanzas a través de las cuales se pretende entender el comportamiento del niño y la forma óptima de abordar su actitud. Es una especie de guía para aquellos que acompañamos a niños en su proceso de crecimiento.
Para aplicar la disciplina positiva se usan una serie de herramientas, como la empatía y la comunicación. Entendiendo al niño y dándole cariño y amor se establecen relaciones que sirven a padres y mentores para reconducir actitudes de forma respetuosa.
Un punto singular de esta técnica educativa se encuentra en la ausencia de castigos. Basa sus preceptos en el respeto entre el adulto y el niño y la colaboración mutua, mostrando competencias básicas que el pequeño desarrolla de forma autónoma sin exceso de control, pero tampoco con demasiada permisividad. Es un marco en el que ante todo niño y adulto se sienten cómodos y confiados.
Los acuerdos en la disciplina positiva
La disciplina positiva basa su funcionalidad en los acuerdos. Siempre de forma coherente, se busca alcanzar un entendimiento entre el tutor y el niño en un ambiente de reglas que ellos mismos se han impuesto y que deben cumplir.
Así pues, todo tipo de decisiones deben estar basadas en la colaboración, asumiendo las responsabilidades que cada uno ha consentido en aceptar de forma previa, tanto por parte del niño como del adulto.
En este sentido, la disciplina positiva se basa en cuatro criterios, que son la amabilidad y firmeza, la conexión e importancia del niño, la eficacia a largo plazo y las enseñanzas de valor para adquirir competencias.
El castigo en la disciplina positiva
Por otra parte, el castigo es una herramienta que se desecha totalmente en las bases de esta disciplina educativa. Según sus defensores, con esta técnica solo se consiguen resultados a corto plazo, pero las consecuencias puedes ser negativas con el paso del tiempo.
Para los defensores de estas técnicas, el castigo provoca que la actitud del niño pueda verse resentida, con ánimos revanchistas. Además, el chico puede volverse rebelde en exceso e incluso retraído y huidizo.
Niño triste sentado en un rincón
Esto se debe a que el castigo incluye culpa y vergüenza, lo que no son efectos deseados ni realmente efectivos. Para ello aplican ciertos estudios que demuestran que el chico puede volverse demasiado sumiso o rebelde por estas prácticas.
Herramientas que usa la disciplina positiva
Como toda técnica o teoría educativa, se deben poner en manos de padres y educadores las herramientas necesarias para llevarlas a la práctica. En este caso, si deseas aplicarla con tus alumnos o hijos, has de tener en cuenta que:
Tienes que facilitar que los niños desarrollen las competencias más importantes. Así logrará mayor autonomía, responsabilidad, autoconocimiento, etc.
Se han de evitar técnicas que den resultado a corto plazo, como el citado caso de los castigos.
Se ha de descartar la idea de que para sentirse mejor, primero hay que estar peor. Esta herramienta entronca directamente con la negatividad del castigo.
Es necesario implicar al niño de forma activa en el establecimiento del marco común de actuación, como son la imposición de normas, responsabilidades y límites.
Las frases y las actitudes hacia el pequeño deben ser en todo momento de cariño y amabilidad, pero nunca de permisividad o condescendencia.
Así es a grandes rasgos la disciplina positiva. Una técnica educativa que muchos padres y tutores están poniendo en práctica. Crear un ambiente de autonomía y responsabilidad para el niño siempre ha sido la base de un buen desarrollo.
“No basta amar a los niños, es preciso que ellos se den cuenta que son amados”
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