Detrás de todo niño difícil se esconde un caos emocional revestido de ira, e incluso desobediencia, que nunca es fácil de abordar por parte de sus padres o profesores.
En ocasiones, nos es más sencillo recurrir al castigo o a esas palabras subidas de tono que lo único que consiguen es intensificar aún más sus emociones negativas, su frustración e incluso baja autoestima.
Nunca podremos saber por qué algunos niños vienen al mundo con un carácter más complejo que otros.
Ahora bien, lejos de buscar una razón al carácter difícil de nuestros niños debemos entender, simplemente, que hay quien tiene más necesidades, quien necesita más atención.
Te invitamos a reflexionar sobre ello.
El niño difícil, el niño demandante
El niño difícil no escucha, no obedece y suele reaccionar de forma desmedida a ciertas situaciones. Todo ello hace que caigamos en un círculo de sufrimiento donde el vínculo con ese niño va cargándose de tensiones, ansiedad y muchas lágrimas.
Algo que suelen hacer muchos padres y muchas madres es preguntarse por qué. ¿Seré mala madre? ¿Estaré haciendo algo mal?
Antes de caer en estos estados de abatimiento en los que alimentar aún más la frustración, merece la pena poner en práctica estas estrategias.
Asumir que tenemos un hijo más demandante
Hay niños que crecen solos, que casi sin saber por qué son más maduros, receptivos y obedientes a la vez que independientes.
En cambio, es posible que alguno de sus hermanos mostrara ya desde los primeros meses de vida más necesidades, más atención. Son bebés que lloran más de lo habitual, que duermen poco y que van de la risa al llanto en pocos segundos.
Todo ello debe hacernos entender que hay niños “hiperdemandantes”. Necesitan más refuerzos, más apoyo, palabras y seguridad.
Lejos de culpabilizarnos por “haber hecho algo mal” debemos entender que el estilo de crianza no siempre origina al niño difícil.
Ahora bien, es responsabilidad nuestra saber dar una respuesta adecuada a ese niño demandante, y ello requiere paciencia, esfuerzos y mucho cariño.
El mundo emocional del niño difícil
Si a los adultos ya nos cuesta poder comprender y gestionar nuestras emociones, a un niño demandante le va a resultar aún más complicado. Por ello, merece la pena tener en cuenta primero qué necesidades básicas tiene un niño difícil.
El niño difícil busca sentirse reconocido en cada cosa que hace. Son niños inseguros que necesitan refuerzos muy a menudo. Cuando no lo encuentran o no lo reciben se frustran y se sienten incomprendidos.
Su baja autoestima provoca que sientan celos, que busquen llamar nuestra atención para sentirse bien, que sientan de forma más intensa emociones como el miedo y la soledad.
A medida que van creciendo, la sensación de inseguridad personal y de falta de reconocimiento se traduce en ira y en reacciones desproporcionadas, cuando, en el fondo, lo que hay es solo miedo, tristeza y angustia.
Es necesario canalizar estas emociones y ofrecer estrategias para que el niño deje necesitar tantos refuerzos externos para sentirse bien. Debe ser capaz de gestionar su propio mundo emocional con nuestra ayuda.
Claves para ayudar al niño difícil
El poder del refuerzo positivo
Muchos padres y muchas madres no terminan de aceptar o entender el refuerzo positivo. Ahora bien, es necesario matizar algunos aspectos sobre esta estrategia educativa.
El refuerzo positivo no consiste en dar un abrazo cuando un niño hace algo que no debe. Es más que eso: se trata de no hacer uso del castigo sancionatorio o del grito porque entonces se produce otra reacción aún más negativa en el niño.
Debemos acercarnos al niño para preguntarle por qué ha hecho esa “trastada”. Con calma, le diremos que el acto cometido no es correcto y le explicaremos por qué. A continuación, le indicaremos cómo tenía que haber actuado.
Por último, hacemos uso del refuerzo positivo: “yo confío en ti”, “yo sé que puedes hacerlo mejor”, “yo te apoyo, te quiero y espero lo logres, pase lo que pase, aquí voy a estar”.
Ofrecer confianza, dar oportunidades y marcar límites
El niño debe entender desde muy temprano que todos tenemos límites, que para tener derechos hay que cumplir con unas obligaciones. Lo hacemos los adultos, y los niños no pueden ser menos.
Es necesario que el niño se acostumbre a unos hábitos, a unas rutinas y que sepa qué se espera de él en cada momento.
Los niños demandantes necesitan seguridad y, si lo educamos en ambientes muy estructurados donde prime el refuerzo positivo, lo ayudaremos a sentirse más tranquilo.
Dale confianza, convéncelo de que él es capaz de hacer muchas cosas, anímalo a tener responsabilidades con las cuales aumentar su autoestima.
La importancia de la Inteligencia Emocional
La Inteligencia Emocional debe estar presente en la crianza de todo niño. Es necesario ayudarle a identificar sus emociones y que traduzca en palabras qué es lo que siente.
Desde muy pequeños los habituaremos a esa comunicación emocional del “qué sientes”. Debe saber expresar esa tristeza, esa rabia, ese miedo…
De este modo podrá hacer uso del desahogo emocional, pero, para ello, debemos mostrarles confianza y cercanía. Jamás lo juzgues por lo que te digan, ni te rías. Es necesario ser receptivos y propiciar siempre un diálogo fluido, ameno y compartido de detalles.
Fuente: Mejor con salud
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