lunes, 9 de abril de 2018

Lo mejor para educar niños buenos es hacerlos felices

Para criar a unos niños buenos debemos enseñarles desde pequeños la importancia de la responsabilidad, de la mano con la libertad. La felicidad no es solo darles lo que nos pidan

Los niños buenos respetan a los demás y a su vez, saben cuidar de sí mismos porque disponen de una buena autoestima.

El carácter de un niño depende de muchos factores: hay un componente genético, pero el estilo de crianza y el entorno son, sin duda, determinantes para perfilar buena parte de su personalidad y comportamiento.
Queda claro también que hay niños algo más rebeldes que otros sin que sepamos muy bien por qué. No obstante, es en estos casos cuando más necesitan de nosotros, de nuestra inteligencia emocional, de nuestras pautas, de nuestra comprensión.

Hoy en nuestro espacio queremos sensibilizarte de la necesidad de educar en felicidad, y de esas estrategias cotidianas que nos pueden servir de ayuda.

Niños buenos, niños libres y responsables
Maria Montessori fue una de las pedagogas y educadoras más relevantes del siglo XX. Gracias a sus metodologías y sus escuelas nos aportó múltiples recursos y enfoques con los cuales favorecer la madurez y felicidad de nuestros hijos.

La importancia de los periodos sensibles

Tanto la propia Montessori como la mayoría de psicólogos infantiles nos hablan de la importancia de los periodos sensibles en los niños, es decir, etapas donde su plasticidad cerebral es tan poderosa que pueden ser increíblemente receptivos a cualquier aprendizaje.

La edad comprendida entre los 0 y 5 años es clave en el desarrollo de los niños. Las experiencias previas que les facilitamos son fundamentales.

Permite que interactuen con su entorno en libertad pero con SEGURIDAD, hazlos partícipes de las tareas del hogar, que te vean cocinar, leer, acompáñalos a tomar contacto con la naturaleza y a jugar con otros niños.
El siguiente periodo sensible va de los 6 a los 8 años, momento mágico en el que su desarrollo moral y social le hará comprender la importancia de “ponerse en el lugar de los demás” y empatizar.

La libertad siempre va de la mano de la responsabilidad

Este concepto debe ser aclarado desde el principio.

El ofrecer libertad al niño no se basa en dejarle hacer lo que desee. Al igual que nosotros, como adultos, tenemos responsabilidades, también ellos tienen las suyas propias que deben ser respetadas.
A medida que el niño te demuestre responsabilidad, puedes permitirle licencias en su vida diaria.

Los niños buenos no son solo “obedientes” en su versión más pasiva. No se trata de obedecer sin más, se trata de entender sus responsabilidades y actuar en torno a ellas.

Yo sé que debo hacer los deberes para poder jugar después. Yo sé que debo respetar a mis hermanos si quiero que ellos me respeten y me quieran.

Entiende sus emociones

Los niños no gestionan de forma adecuada su mundo emocional porque no lo entienden, y en ocasiones, les supera.

Por ello pueden, por ejemplo, confundir la tristeza con la rabia, y nosotros cometer el error de castigarles sin entender qué hay detrás de esos comportamientos desafiantes.

Favorece una adecuada comunicación con tus hijos, sé alguien cercano en quien siempre puedan confiar. Para ello, evita caer en estos errores:

No juzgues.

No te burles de sus sentimientos.

No compares a un niño con otro o con alguno de sus hermanos.

Sí a un estilo de crianza democrática

Una educación democrática no es permisiva, porque favorece por encima de todo la libertad, la comunicación y la libertad del niño con base en RESPONSABILIDADES.

La crianza democrática marca normas y límites que deben respetarse. Ahora bien, toda norma debe ser entendida por el niño y, por supuesto, cumplida.

La crianza democrática se basa en el diálogo continuo, ahí donde no se levanta la voz, donde no hay gritos ni imposiciones, sino respeto y cercanía.

Niños buenos, niños con una buena autoestima

Cuando hablamos de niños buenos no estamos describiendo a esas criaturas dóciles y de carácter tranquilo. El niño bueno lo es por la siguientes razones:

Es una persona que se cuida a sí misma, porque los padres hemos favorecido su autoestima, porque le hemos dado alientos, refuerzos positivos y confianza.
Los niños buenos respetan a los demás pero no se dejan manipular, saben defenderse y son hábiles a la hora de decir lo que quieren y lo que no, con ASERTIVIDAD.

Para concluir, sabemos que educar no es fácil y que, en ocasiones, entre la falta de tiempo y nuestra preocupación por ser los mejores padres y las mejores madres, tendemos un poco a albergar algunos miedos sobre si lo estaremos haciendo bien.

No te preocupes, ser padres es, ante todo, estar presentes en cada instante para acompañarles en su sendero vital, para ofrecerles cariño, ayuda y favorecer a su vez su libertad.

Son ellos quienes deben elegir su camino, ellos los artífices de sus propios sueños que podrán alcanzar si, mientras tanto, favorecemos que crezcan en felicidad.

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