Está bien que los padres supervisen y guíen a sus hijos en sus tareas y responsabilidades. Sin embargo, demasiadas exigencias traerán más problemas que beneficios.
Aunque educar a los hijos no es tarea nada fácil, ser padres exigentes no siempre es la mejor solución. Si bien es cierto que algunos padres son criticados por su debilidad, lo que sucede es que muchos pecan por defecto y otros lo hacen por exceso, y les exigen a sus hijos que sean obedientes, educados, inteligentes, o sea, casi perfectos.
Tenemos infinidad de casos en los que se demuestra cómo son los padres exigentes. Por ejemplo, si el niño saca un ocho en un examen, de manera inmediata es reprimido para que la próxima vez saque un nueve. Si llega a sacar un nueve, entonces se le exige un diez.
¿Por qué sucede esto?
La principal causa de que esto suceda es que los padres o madres, cuando son demasiado estrictos, aplican un sistema educativo autoritario. Los padres exigentes se muestran intransigentes y llegan al extremo de controlar todo aquello en lo que sus hijos intervengan, de tal manera que logren llegar a sus objetivos.
Posible solución
Contrariamente, cuando los padres son más democráticos y comprensivos con sus hijos, las exigencias acordadas se verán compensadas por ellos. Todo se debe a que no caen en los excesos de las demandas. Además, cuando se presiona tanto a los hijos recordándoles siempre lo que tienen que hacer se puede generar una cierta dependencia.
Muchas veces la frustración es difícil de sobrellevar.
Con esto, lo que van a lograr es que sean adultos con un bajo o nulo criterio y poco autónomos. No aprenderán a tomar decisiones, cuestión que los afectará notablemente en su desenvolvimiento cotidiano. Al tener tantas exigencias y no cumplirlas, formarán una inseguridad total y visible.
“Los padres exigentes se muestran intransigentes y llegan al extremo de controlar todo aquello en lo que sus hijos intervengan”
Consecuencias de tener padres exigentes
Los hijos cuyos padres son exigentes pueden ser:
Perfeccionistas: dependerá del carácter de los padres y de la personalidad y capacidad del niño. Si él se propone alcanzar las metas planteadas por estos y las logra a través de un rendimiento óptimo, es probable que termine teniendo una personalidad parecida a sus padres. Es decir, exigente y en algunos casos perfeccionista, aspirando siempre al más alto grado de rendimiento.
Inseguros: si los objetivos son demasiado altos y no logra alcanzarlos, el niño se sentirá frustrado, se revelará y, en consecuencia, se bloqueará. Todo esto se traducirá en inseguridad, dependencia, baja autoestima y predisposición a la ansiedad cuando sea adulto.
Algunos de los peligros que se relatan en ciertas consultas de especialista son manifestaciones de niños que aseguran que sus padres los quieren de acuerdo a su rendimiento en todo aquello donde se desempeñan. De este modo, se logra que crezcan con baja autoestima, ansiedad y depresión.
¿Qué dicen los especialistas?
Los especialistas aseveran que esto es algo que se observa frecuentemente en los padres, especialmente en lo que respecta al sistema educativo.
Actualmente, la mayoría de los padres quieren que sus hijos estén bien formados, sean competitivos y obtengan notas destacadas en sus estudios. Esto, como ya hemos dicho, son exigencias de parte de los padres sin saber si sus hijos tienen o no la capacidad de poder alcanzar las metas planteadas. Incluso hay casos en los que se exige sin saber qué es lo que los hijos desean en su vida.
Ahora bien, hay especialistas que aseguran que no solo hay padres exigentes sobre la situación académica de sus hijos, también les piden que sean ordenados en las tareas de la casa, responsables en sus compromisos familiares, que destaquen en el deporte que practiquen, etc.
Recomendaciones para llevar una relación de padre- hijo pacífica
El exceso de exigencias crea en el niño traumas y estrés. Cuando llegan al Bachillerato o la Educación Secundaria, todos sus compromisos pueden romperse y, por ende, sus notas descender. Asimismo, podrían dejar de estudiar porque están hartos y excesivamente presionados.
Por otra parte, también se puede dar el caso de que si el niño crece con exigencias excesivas y sin que se tome en cuenta lo que él desea hacer, inhiba sus sentimientos.
Algunos consejos para evitar ser padres exigentes:
Dedicar el tiempo necesario a tus hijos y hablar con ellos acerca de su día a día.
Conocer qué es lo que les gusta, cuál es su hobby o deporte favorito.
Entusiasmarlo y animarlo las veces que sea necesario.
Si no tienen un objetivo, ayudarlos guiándoles a que deseen uno.
Brindarles afecto.
Felicitarlo ante cada objetivo logrado y decirle que para la próxima vez podrá hacerlo mejor si él se lo propone.
A la larga comprobarás que la exigencia no es el mejor método para obtener los resultados esperados. A veces el cariño y la paciencia son las mejores técnicas de enseñanza para los hijos
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