En una ocasión leí una frase que viene como anillo al dedo: “la madre perfecta no grita, no se desespera, no pierde la cordura y, sobre todo, no existe”. Sin embargo, en ocasiones nos exigimos demasiado porque queremos convertirnos en esa madre perfecta. Como resultado, terminamos agotadas, física y mentalmente, por lo que no es extraño que terminemos padeciendo el Síndrome de Burnout.
¿Qué es el Síndrome de Burnout?
El Síndrome de Burnout es una respuesta del organismo cuando ha estado sometido a un periodo de estrés intenso y prolongado, tanto desde el punto de vista físico como emocional. Se trata de un problema común en los profesionales que trabajan en contacto directo con las personas en situaciones de gran tensión, como los médicos y las enfermeras. De hecho, esta entidad fue descrita por primera vez a finales de los años 1960 para referirse al desgaste que sufrían los agentes de policía de libertad condicional. Los psicólogos, trabajadores sociales y teleoperadores son otras de las profesiones más expuestas a este problema.
El principal problema es que el Síndrome de Burnout provoca una serie de síntomas que se pueden confundir fácilmente con otras enfermedades. De hecho, causa síntomas psicosomáticos como dolores de cabeza recurrentes, insomnio, fatiga intensa y dificultades gastrointestinales. También se acompaña con algunos síntomas emocionales, como la ansiedad, depresión, irritabilidad y distanciamiento afectivo.
Además, la persona con Síndrome de Burnout se siente agobiada y cansada. De hecho, suele experimentar un intenso sentimiento de impotencia y desesperación desde que se levanta. A la larga, si este problema no se trata, terminará sufriendo anhedonia; es decir, perderá la capacidad para disfrutar.
¿Por qué las madres sufren el Síndrome de Burnout?
Ser madre es un trabajo a tiempo completo, las 24 horas del día y los 365 días del año. A esto se le suma que muchas mujeres también trabajan y llevan la mayor parte del peso de las tareas del hogar. Sin embargo, en muchas ocasiones, apenas terminan de poner orden y limpiar, encuentran que todo está sucio y desordenado de nuevo, lo cual genera una intensa sensación de frustración e impotencia que les hace cuestionarse el sentido y el valor de lo que están haciendo.
Este problema ha ganado aún más fuerza en los últimos tiempos ya que muchas mujeres también sienten la necesidad de ser madres perfectas, acompañar a sus hijos a las actividades extraescolares y evitarles todo tipo de problemas. Este estilo de crianza, denominado hiperpaternidad, acelera aún más el agotamiento y acrecienta el estrés. De hecho, se ha apreciado que las madres sobreprotectoras tienen mayor riesgo de desarrollar trastornos emocionales como la depresión.
Por otra parte, el Síndrome de Burnout se alimenta de la sensación de falta de control que experimentan muchas madres. A ellas les gustaría proteger a sus hijos pero a menudo se ven inmersas en situaciones que les recuerdan su impotencia. Esa sensación de incertidumbre e imprevisibilidad termina siendo muy desgastante desde el punto de vista emocional.
¿Cómo evitar este problema?
Prioriza las tareas del día. Aprende a jerarquizar las tareas y prioriza aquellas que sean realmente importantes. Si al final del día no has hecho todo lo que tenías programado en tu agenda, no te agobies. No es necesario que seas una súper mamá.
Reserva unas horas solo para ti. Con los niños, es difícil encontrar tiempo para ti, pero si no te lo propones, siempre terminarás relegándote a un segundo plano. Por tanto, asegúrate de reservar algunas horas para relajarte. Puedes dedicarlas a lo que más te apetezca, como ver una buena película, leer, cenar en pareja o darte un baño relajante.
Pide ayuda. No tiene nada de malo apoyarte en las personas más cercanas, como tu pareja, padres o amigos. De hecho, si repartes las tareas del hogar de manera más equitativa tendrás más tiempo para ti, estarás más relajada y la relación con tu familia mejorará.
Asume un estilo de vida más sano. El estrés no solo es un problema emocional sino que también está determinado por tus hábitos de vida. Llevar una dieta sana, practicar actividad física y aprender técnicas de relajación te ayudará a evitar el estrés
Fuente: etapa infantil
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