Los niños son más propensos a desarrollar problemas de conducta o emocionales si sus madres están crónicamente deprimidas, incluso si sus síntomas no son graves.
Tener madres con síntomas depresivos que no son lo suficientemente graves como para ser diagnosticadas de depresión y que probablemente ni siquiera han pedido ayuda, impacta de manera negativa en el bienestar físico y emocional de sus hijos, según investigadores del Instituto Nacional de Salud de Paris.
Van der Waerden y su equipo siguieron a más de 1100 parejas madre- hijo desde el embarazo hasta el quinto cumpleaños de los niños, evaluando periódicamente la salud mental de la madre así como el desarrollo emocional y conductual de los niños. La evaluación se llevo a cabo durante el embarazo, el primer año de maternidad y cuando los niños cumplieron 3 y 5 años.
El 62% de las madres no experimentó depresión durante el estudio, el 4’6% padecía depresión severa crónica y una de cada cuatro madres aproximadamente, experimentaba síntomas de depresión moderada persistente. Los hijos de madres con depresión crónica, ya sea moderada o severa, presentaban algún tipo alteración conductual o emocional como signos de hiperactividad, falta de atención o déficits en el comportamiento social con sus compañeros.
Los niños cuyas madres se deprimieron durante la edad preescolar tuvieron mayor nivel de problemas emocionales y de comportamiento, mientras que aquellos cuyas madres se deprimieron sólo durante el embarazo, no presentaron dificultades en estas áreas.
Muchas mujeres pueden experimentar lo que comúnmente se entiende como “baby blues” o depresión postparto leve durante pocas semanas después de dar a luz, mientras se adaptan a su nueva vida, sin embargo si los síntomas no desaparecen puede tratarse de una depresión. Los especialistas recomiendan la medicación y/o terapia para aliviar los síntomas depresivos y ayudar a aprender nuevas formas de interactuar con sus hijos.
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