Muy pocas personas pueden recordar anécdotas completas de lo que sucedió en sus vidas cuando eran bebés de meses, 1 o 2 años de nacidos; de hecho, la edad promedio de nuestro primer recuerdo es a los 3 años con cuatro meses. Una de las razones por lo que esto sucede es que antes de ese momento, nuestro cerebro no había desarrollado la habilidad de almacenar recuerdos autobiográficos.
Hay quienes dicen que recuerdan episodios borrosos de cuando eran niños, incluso afirman que tienen imágenes en sus mentes de cuando estaban en su cunita. Pero la verdad es que esos recuerdos –algo borrosos- de esa infancia tan temprana, podrían haberse formando de una imagen mental a partir de los relatos que le hizo su mamá sobre esa época.
Y esa imagen mental, según explica la ciencia, se transforma en algo que experimentas como si fuera una memoria algo borrosa, pero muchas veces no se trata de un recuerdo real. Sucede así porque la memoria episódica, esa en la que se almacenan sucesos autobiográficos que contienen datos de manera específica de momentos, lugares, emociones asociadas y demás detalles que enriquecen los recuerdos de momentos vividos, se forma por lo general a partir de los 3 años de edad.
Los recuerdos de tu bebé se forman mediante un proceso complejo
Desde su nacimiento hasta los 3 años, el cerebro de un niño se está desarrollando muy rápido. Durante los dos primeros años de vida su cerebro está creando demasiadas conexiones nuevas, tanto así que los científicos han comprobado que el cerebro de tu bebé de un año de edad tiene más conexiones que en ningún otro momento de su vida.
Sin embargo, ese cerebro prolífico en conexiones, irá cambiado con el paso del tiempo. Según explica la científica Catherine Loveday, de la Universidad de Westminster, una de las actividades necesarias para el funcionamiento del cerebro es ‘podarse’, deshacerse de algunas de esas conexiones. Este proceso cerebral ocurre de manera similar a podar un árbol, y en ese proceso de poda todos los niños pierden recuerdos.
También hay teorías que sostienen que el desarrollo del lenguaje contribuye de gran manera a establecer los recuerdos en la mente. “Recordamos aquello que sobre todo nos ha sido nombrado”, afirman una de las investigaciones más recientes sobre la memoria de los niños. Los científicos agregan que la memoria episódica no puede grabar o hacer que recordemos cosas que involucren un concepto particular antes de que el niño entienda qué es.
A todos nuestros cerebros les cuesta codificar una memoria antes de tener un concepto lingüístico para cada dato, es decir que el niño no puede grabar en la memoria episódica si no ha aprendido a hablar y a codificar cada cosa y emoción por su nombre.
Otro dato interesante es que el desarrollo del hipocampo es clave para codificar y almacenar recuerdos en la memoria episódica, y este madura completamente hasta entrada la infancia; así que eso explica que los niños no guardan tempranas memorias sobre sus vidas y es porque sus cerebros no estaban listos para guardarlas.
La plasticidad cerebral y los recuerdos
Aunque no se sabe muy bien por qué exactamente algunas memorias se borran, algunos investigadores aseguran que esto sucede porque a esa edad el cerebro tiene mucha plasticidad y se está reorganizando continuamente. En ese proceso se difuminan recuerdos para dar paso a nuevos aprendizajes, e insisten en que hasta los tres años es cuando los niños desarrollan capacidades necesarias para fijar recuerdos.
Entre esas capacidades que tu hijo debe aprender para fijar recuerdos figura, tal como muchos investigadores lo han dicho, tener un lenguaje estructurado, pues para poder recordar con claridad el niño necesita una estructura narrativa para poder contar la experiencia y almacenar con coherencia lo que vivió.
También necesita capacidad para interpretar lo vivido, eso ocurre cuando rememoramos un evento e interpretamos lo que sucedió. A esta edad, tu hijo ya está empezando a adquirir la capacidad de diferenciar lo que es habitual y lo que no ocurre con tanta frecuencia.
Tú puedes ayudar a tu hijo a fijar mejor sus recuerdos
Aunque ya sabes que la memoria episódica necesita un proceso de maduración para poder almacenar información, también tú puedes ayudar a tu bebé a fijar mejor sus recuerdos, para ello hay técnicas.
Por ejemplo, ya que los recuerdos casi siempre van asociados a emociones, puedes proporcionarle a tu bebé experiencias variadas. Para recordar, el niño necesita explorar, tocar, sentir… es decir vivir los acontecimientos, no basta solo con contarle que las cosas existen.
Y justamente para ayudarlo a recordar intensamente los momentos puedes estimular sus sentidos. Así cuando estás recordando algún momento con tu hijo puedes además de contarle la historia de lo que pasó mostrarle fotos, vídeos de lo ocurrido e incluso recodar olores y también sabores. El apoyo visual es uno de los mejores estímulos que puedes brindarle a tu hijo ya que para muchos es más fácil recordar una imagen que una narración.
También les ayuda conversar sobre lo sucedido y esta herramienta no solo te sirve para ayudar a tu hijo a fijar sus recuerdos sino también a aprender a expresar sus emociones. Esa charla también te servirá para explicarle que es normal que a veces siente pena, miedo, tristeza en ciertas situaciones. Y así también podrás contribuir a fijar los recuerdos de manera más positiva.
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