jueves, 21 de diciembre de 2017

Primeros Auxilios Psicológicos para niños


Todo el mundo sabe lo qué son los primeros auxilios. Se trata de las acciones inmediatas que practican aquellas personas que atienden a las víctimas de un accidente o en una emergencia. En cambio, muy pocas personas saben lo que son los Primeros Auxilios Psicológicos (PAP).

Los primeros auxilios psicológicos o PAP sirven para acompañar y ayudar a las personas a enfrentarse a una situación difícil y extraordinaria o incidente crítico (accidente, incendio, catástrofe, enfermedad…).
Muchas personas han hecho cursos de primeros auxilios. También todo el mundo debería estar formado o preparado para conocer y practicar los primeros auxilios psicológicos en casos de emergencias. Los PAP tienen como objetivo prevenir la aparición de los síndromes de estrés agudo y postraumático.

Actualmente nuestra sociedad parece que vive inmersa en una cultura del bienestar, del positivismo, de la felicidad… Los hechos placenteros de la vida se comunican y se expresan muchas veces sin pudor. Parece que estar tristes o deprimidos no es aceptable ni tolerable. Los hechos tristes, las experiencias dolorosas o problemáticas tienden a esconderse y/o afrontarse con dificultad. Debemos estar preparados para la posible llegada de desgracias, enfermedades, desastres…

Toda la sociedad debería ser educada en la resiliencia. Es decir deberíamos ser capaces de desarrollar competencias personales que nos permitan afrontar con éxito las situaciones o experiencias traumáticas y dolorosas. Deberíamos aprender técnicas de intervención y afrontamiento para que todos o la mayoría de nosotros seamos capaces de reaccionar de manera eficaz ante emergencias masivas. Los actos que llevemos a cabo o las palabras que pronunciemos en los primeros momentos de un suceso crítico sobre una persona víctima de una herida psíquica pueden para bien o para mal, marcar para siempre.
Los PAP se aplican a todas las personas pero nosotros vamos a centrarnos en los niños. Los Primeros Auxilios Psicológicos son una serie de acciones más o menos sencillas, que pueden ser aprendidas por cualquier adulto y cuyo objetivo principal es reducir el impacto del incidente crítico sobre la vida y la evolución del niño afectado. Estas técnicas generalmente son aplicadas por psicólogos y personal formado. En el caso de los niños y adolescentes las personas idóneas para aplicar los PAP ante un incidente crítico son sus adultos de referencia, es decir, sus padres y madres, los adultos más significativos de su familia y sus maestros de escuela. Es por ello que todos debiéramos estar preparados para afrontar y actuar correctamente con menores ante un incidente crítico.

Hay muchos ejemplos de incidentes críticos que pueden vivir un niño y adolescente:
  • Presenciar y/o vivir un accidente grave o muy grave
  • La comunicación del divorcio de sus padres
  • Recibir el diagnóstico de una enfermedad grave
  • El diagnóstico de una enfermedad grave o terminal en los progenitores o en los hermanos
  • La muerte inesperada y repentina de un familiar cercano
  • La muerte de un amigo o compañero de escuela
  • Presenciar y/o vivir la pérdida del hogar por un incendio o por catástrofe natural.
¿ Qué hay que hacer?

Para ser efectivos deben de aplicarse desde los momentos inmediatamente posteriores al incidente.

De forma genérica, aplicar PAP en niños y adolescentes consiste en cinco acciones, que deben realizarse siempre por este orden:

Contener:
Calmar:
Informar
Normalizar:
Consolar:

REACCIONES E INTERVENCIÓN CON NIÑOS DE 0-3 AÑOS
¿ QUÉ REACCIONES ESPERABLES EN NIÑOS DE 0-3 AÑOS TRAS UN INCIDENTE CRÍTICO?

Las reacciones esperables en niños de 0-3 años tras un incidente crítico son:
  • Problemas para dormir
  • Dificultades para separarse del adulto de referencia
  • Problemas de alimentación
  • Involución conductual. Aparece un retroceso en los aprendizajes. Regresan las conductas ya separadas como chuparse el dedo, orinarse en la cama, balbucear más de nuevo, necesidad de que le cojan en brazos…etc.
  • Aumento de miedos
  • Rabietas y mal humor
  • Gritar mas de lo normal
  • Pegar al adulto de referencia
  • Llanto frecuente y/o intenso
  • Incapacidad para estar quieto y prestar atención a nada
  • Desamparo y pasividad (desgana, energía baja, no participa en actividades…)

¿Qué hay que hacer con niños de 0-3 Años?
Contener: evitar separarse del niño; cogerle las manos, reconducir las conductas de apego físico exagerado; dar un espacio para el llanto o el grito controlado…

Calmar: ayudar a relajarse; hacer que se sienta comprendido, querido y apoyado; facilitarle la liberación de energía nerviosa; con niños mayores de dos años ayudar a poner nombre a sus emociones…

Informar: intentar explicarle al niño/a en un lenguaje adaptado a su edad cuál es la situación; utilizar frases cortas y sobretodo que pueda entender que no está solo y qué pasará a continuación; no ocultarle información y no mentirle nunca; decirle a menudo que le entiendes y que sabes que está triste y tiene miedo…

Normalizar: establece límites razonables para las rabietas; establece una rutina para ir a dormir adaptada a la situación; no le obligues a comer si no tiene hambre; intenta realizar las comidas en un ambiente lo más relajado posible…


REACCIONES E INTERVENCIÓN CON NIÑOS DE 3-6 AÑOS

¿ QUÉ REACCIONES SON ESPERABLES EN NIÑOS DE 3-6 AÑOS TRAS UN INCIDENTE CRÍTICO?
  • Angustia relacionada con no entender el concepto de muerte: los niños de educación infantil no entienden aún que la muerte es irreversible.
  • Mostrarse más callado o agitado de lo normal
  • No hablar en absoluto de lo que les pasó (tienen dificultar para procesarlo)
  • Sentir un miedo generalizado: de estar solos, de ir solo al baño
  • Pierden autonomía
  • Sentir incertidumbre respecto a su seguridad: sienten que el peligro está cerca de su casa
  • Rechazo a ir y a quedarse en el colegio o guardería
  • Alteraciones del sueño: sueños desagradables, pesadillas, se despiertan en mitad de la madrugada
  • Juegos repetitivos acerca del evento traumático: jugar a componer muertos, esperar el regreso de la persona muerta, jugar a que rescatan a sus amiguitos, a que otros se mueren…
¿Qué hay que hacer con niños de 3-6 Años? Intervención…

Contener: abrázalo frecuentemente, cógelo de la mano y deja que se quede en el regazo del adulto. Intenta asegurar el descanso y la seguridad del niño. Ofrézcale oportunidades de jugar y dibujar.

Calmar: Trate de hablarle en voz baja, suavemente. Procura realizar actividades relajantes: cuéntele un cuento, dele algún masaje… A veces es útil distraer al niño con elementos de su mundo imaginario (un gorro de quirófano puede ser un gorro de un cocinero, y el quirofano puede ser una nave espacial)

Informar: explíquele las veces que sean necesarias el suceso de forma simple y honesta, sin minimizarlo, pero tampoco exagerando sus consecuencias. También es importante averiguar qué otras palabras o explicaciones ha oído el niño y corrige lo necesario. Trata de explicarle la diferencia entre los sueños/los miedos y la vida real. Si el incidente crítico tiene que ver con la muerte de un familiar, aborda el tema de forma directa, sin dar rodeos, explicando su carácter permanente y la tristeza que causa a los familiares.

Normalizar: Ayuda al niño a explicar cómo se siente poniendo nombre a sus emociones. Dile que está muy bien expresar los sentimientos. Durante 4 semanas, más o menos, tolera todos sus comportamientos regresivos o agresivos. Intenta no criticar ni enfadarse ante la perdida de habilidades adquiridas.

Consolar: anima al niño a que dibuje o juegue acerca del suceso (ayuda al adulto a entender cómo el pequeño ha entendido lo sucedido). Procura mantener al máximo las rutinas familiares. No le obligues a hablar si no quiere, pero hazle saber que puede hacerlo en cualquier momento. Permite que el niño participe en rituales de duelo culturales y religiosos.

¿ Y de 6 a 9 años ?
En esta edad se pueden dar todos los síntomas anteriormente descritos de 3 a 6 años. Pero además:

Aparecen más pensamientos, preguntas y a veces sueños reiterados acerca de la muerte. Si el incidente crítico ha comportado la muerte de un familiar, para el niño éste será posiblemente su primer contacto con la muerte y tendrá muchas más preguntas a formular. Ya empiezan a entender que la muerte es no reversible.

Puede que se sientan responsables y/o culpables por el evento

Jugar y hablar repetidamente y con exceso de detalles acerca del evento traumático

Problemas para prestar atención y aprender

Dificultades de memoria que interfieren en el aprendizaje
Inquietud motora

Alteraciones del sueño: pesadillas de monstruos, no poder quedarse dormidos..

Miedo a los fantasmas.

Preocupación por la seguridad de otros: pensar que algo les va a pasar a sus padres, hermanos, amigos…cuando él no esté.

Dolores corporales psico-somáticos (cabeza, pecho, estómago).

Sentirse inquietos, confundidos y asustados por sus propias reacciones ante el dolor y la perdida.

¿Qué hay que hacer con niños de 6-9 Años? Intervención…

  • Contener: intenta conseguir que las emociones del niño no se desborden. No te dejes contagiar por la elevada emocionalidad del niño. Consigue un equilibrio entre la expresión de sus emociones, entre el llanto y el miedo, y el control racional de sus miedos. El contacto corporal con el niño ayuda a contener al niño.
  • Calmar: trata de hablarle en voz baja, suavemente. Procura ofrecerle motivos y razones para que se tranquilice. Trata de buscar alguna situación previa, en la que el niño también tuvo miedo, y hazle ver que pudo controlar su miedo. No le responsabilices de sus miedos, diciéndole que si se calma todo irá mejor. Posiblemente eso no sea cierto.
  • Informar: explícale el suceso de una forma simple y honesta, sin minimizarlo, pero tampoco exagerando sus consecuencias. Pon especial esmero en que el niño pueda entender cuáles van a ser los siguientes pasos.
  • Normalizar: ayuda al niño a explicar cómo se siente, poniendo nombre a sus sensaciones. Animarle a expresarse, pero sin forzarle a ello. Tampoco obligarle a hablar. Si reacciona con irritabilidad, en lugar de ignorarlo, comentarle suavemente que entendemos que esté enfadado, pero que poco a poco tiene que tratar de no estarlo.
  • Consolar: Permitirle participar en los rituales de despedida. Animar al niño a dibujar y/o jugar acerca de lo ocurrido. Permitirle volver a la escuela y a las actividades habituales. Fomentar su vida social (las actuales tecnologías y redes sociales lo facilitan mucho).
¿ Y en niños de 9 -12 años ?
La muerte ya es vista como un suceso irreversible que afecta a todos los seres vivos. Aumenta el miedo a la muerte de los seres más cercanos. Posteriormente, aparece la consciencia de la propia muerte. Consecuentemente a esto:

Aparecen cambios conductuales: aislamiento, hiperactividad e irritabilidad

  • La comunicación con estos pre adolescentes se hace aún más difícil: los pre adolescentes se comunican poco y mal con los adultos. Tras un incidente crítico este patrón se refuerza. La comunicación es mejor con el grupo de iguales.
  • Irritabilidad e impulsividad: mal humor como expresión de tristeza, agresividad y posibles conductas de riesgo.
  • Problemas en la adaptación escolar: dificultades de concentración y rendimiento, conductas disruptivas, absentismo.
  • Cambios en las conductas basales: trastornos de la alimentación, trastornos del sueño (insomnio o hipersomnia)
¿Qué hay que hacer con niños de 9-12 años? Intervención…
Contener: Tratar que sus emociones no se desborden. Se debe lograr  un equilibrio entre la ventilación emocional y el control racional. Hay que dejar cierto espacio para que puedan estar solos (a esta edad suelen comenzar a avergonzarse de las emociones), pero no excesivo.

Calmar: Háblale en voz pausada y serena.Ofrecer motivos y razones que le ayuden a tranquilizarse. Recordar alguna situación previa, en la que pudo controlar sus miedos. Permitirle distraerse viendo la televisión, jugando con amigos, etc.

Informar: Usar un lenguaje adulto, pero sencillo. Responder con claridad y sin evasivas a sus preguntas. No dar más información de la que se nos pide, pero invitar a formular más preguntas. Si no quiere saber nada, estará evitando el dolor. Es importante retomar el tema al día siguiente. Si el incidente ha comportado la muerte de alguien, abordar el tema de forma directa, sin rodeos.

Normalizar: animar al pre adolescente a expresarse, pero sin forzarle a ello. Tampoco obligarle a hablar: posiblemente prefiera estar con amigos. Explicarle que hay muchas formas de estar triste y de “llorar sin lagrimas” y que a veces el mal humor es una de ellas. Explicarle que no es necesario estar triste todo el tiempo, si ha habido una muerte en la familia.

Consolar: permitirle participar en rituales de despedida. Permitirle volver a la escuela y a sus actividades habituales. Fomentar el contacto y el tiempo con su grupo de iguales. Anímale a realizar actividades placenteras y potenciadores de la resiliencia (contacto con la naturaleza, paseos al sol, práctica de deporte…

Estas respuestas son absolutamente adaptativas y suelen desaparecer al cabo de unas cuatro semanas. Si se prolongan mucho más, lo más adecuado sería consultar a un psicólogo especialista en estrés agudo y/o trauma infantil.

BIBLIOGRAFÍA

Mooc “Primeros Auxilios Psicológicos” Universidad Autónoma de Barcelona

FAROS HSJBCN (Hospital San Joan de Déu de Barcelona) Los primeros auxilios también puede ser para niños

FAROS HSJBCN (Hospital San Joan de Déu de Barcelona) Los primeros auxilios psicológicos en niños

RIVERA MOLINA, “Guía practica: Primeros Auxilios Psicológicos”

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