No hay nada más doloroso que la pérdida de un niño, ya sea apenas nacido, muy pequeño o que no haya llegado a nacer.
En éste último caso, tanto si la decisión fue voluntaria o las causas fueron naturales, el dolor, el sufrimiento y la culpa son inmensos, tan inmensos que se callan, se ocultan y se tapan hasta casi el olvido.
Y éste dolor guardado, éste duelo congelado se trasmite de generación en generación hasta que alguien lo ve, lo sana y lo libera, reconociéndolos como parte del sistema, dándoles su lugar.
Por eso es muy importante que liberes tu dolor, el secreto y la culpa; es importante que hagas el duelo de ese bebé.
No importa si han pasado meses o 50 años, si no lo superaste, si no lo procesaste te aseguro que el dolor está intacto.
Primero ponle un nombre.
En tu interior quizás presentiste su sexo, y si no fue así solo cierra los ojos, piensa en él, respira hondo y ponle un nombre.
Luego puedes escribirle una carta contándole:
- Cómo te sentiste al saber que estabas embarazada.
- Cómo era tu situación familiar, personal y emocional.
- Cómo fue para tí tomar la decisión (en caso que haya sido voluntario) y cómo te sientes.
- Cuéntale como es ahora tu familia.
Deja salir toda la emoción y dolor guardado.
- Luego imagina que ese bebé está allí; lee la carta en voz alta y dile: que es el primero o el número que le corresponde de tus hijos, que a partir de ahora le das su lugar.
- Si lo sientes pídele perdón e imagínate que él sonriendo te lo da.
- Abrázalo amorosamente y dile que siempre estará en tu corazón y que tú siempre serás su mamá.
- Quema o rompe la carta en pequeños pedazos, y tú decides donde esparcirla, pero cuida que sea algún bello lugar.
Espero haberte podido ayudar para aliviar tu dolor.
No olvides dejarme un comentario sobre que te ha parecido el artículo y si realizas el ritual cuéntame cómo te sientes ahora.
Hasta la próxima.
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