Cenar a diario sin compañía agrava o potencia los trastornos alimentarios y la obesidad.
Hay una generación de niños entre los 10 y los 15 años, que acostumbran a estar solos en casa cuando vuelven del colegio por las tardes y, porque sus padres trabajan o por diversas razones, terminan comiendo solos. El fin de semana puede pasar también que sus progenitores estén tan cansados que tampoco acompañen a sus hijos para comer.
Esta situación se está considerando como un factor importante para potenciar o incluso causar graves trastornos alimentarios que afectan a la población infantil de 10 a 15 años, "Comer en soledad, sin ningún familiar que le acompañe, es un factor de riesgo para que se agrave o precipite una anorexia nerviosa restrictiva o una bulímia en un niño", sostuvo la psiquiatra Teia Plana, adscrita a la unidad de psiquiatría infantil en el Hospital Clínic.
Según la especialista española, aunque se esté mentalmente estable, hacer que un menor de 11 o 12 años seleccione en el refrigerador qué va a comer sin sacar la vista del computador o la tele, también es una conducta inadecuada. "No acompañar a un niño en ninguna comida del día, ni tampoco el fin de semana, está considerado una negligencia familiar. Si ese chico o chica sufre un trastorno alimentario, la soledad es un factor de riesgo de empeoramiento.
Por eso para los expertos, parte del tratamiento para los menores que sufren anorexia nerviosa –negación o miedo a comer– o bulimia –empachos incontrolables seguidos de vómitos– consiste precisamente en el compromiso de los padres de tener, por lo menos, una comida al día todos juntos en la mesa. "La soledad es un disparador de atracones que después han de compensar haciendo mucho ejercicio físico o tomando las pastillas que no deberían", dijo la psicóloga Sandra Gussinyer. Cuando no se produce esa "compensación" después del atracón a corto plazo, ese niño sufre obesidad, señaló la psicóloga.
"Aceptar que el niño coma o cene solo todos los días, y que pase las tardes en casa sin ninguna compañía es una desatención familiar muy grave que no necesariamente es consecuencia de la pobreza: tanto sucede a hijos de altos ejecutivos, como a los de un taxista que trabaja 16 horas al día" destacó Sintes.
Y si bien para Gussinyer "tal vez es injusto clasificar como negligente a una familia que es víctima de un ritmo de vida que no controlan, es un hecho que cuando un adolescente pasa las tardes solo, aburrido y enganchado a la tablet, abrir el refrigerador y acabar con lo que haya le proporciona un cierto bienestar".
Para los especialistas, aunque la obesidad no está definida como una enfermedad mental, los niños que sufren una grave alteración del peso corporal sí están en riesgo de desarrollar un trastorno alimentario, que es una patología psíquica. "Sufrir obesidad a los 10 o 12 años es un factor de riesgo para desarrollar anorexia, en especial si nadie está con ellos cuando comen. Empiezan a hacer dietas y, si pierden peso, se obsesionan con el adelgazamiento. Deciden qué comida del día se saltarán. Y pierden el control", indicó la psiquiatra Teia Plana. Una manera de prevenir es comer en familia, en un entorno agradable y teniendo a los padres como ejemplo.
"La función de la comida en familia no es solo alimenticia. Es una forma de evitar trastornos graves", explica la psiquiatra.
Cenar a diario sin compañía agrava o potencia los trastornos alimentarios y la obesidad.
Hay una generación de niños entre los 10 y los 15 años, que acostumbran a estar solos en casa cuando vuelven del colegio por las tardes y, porque sus padres trabajan o por diversas razones, terminan comiendo solos. El fin de semana puede pasar también que sus progenitores estén tan cansados que tampoco acompañen a sus hijos para comer.
Según la especialista española, aunque se esté mentalmente estable, hacer que un menor de 11 o 12 años seleccione en el refrigerador qué va a comer sin sacar la vista del computador o la tele, también es una conducta inadecuada. "No acompañar a un niño en ninguna comida del día, ni tampoco el fin de semana, está considerado una negligencia familiar. Si ese chico o chica sufre un trastorno alimentario, la soledad es un factor de riesgo de empeoramiento.
Por eso para los expertos, parte del tratamiento para los menores que sufren anorexia nerviosa –negación o miedo a comer– o bulimia –empachos incontrolables seguidos de vómitos– consiste precisamente en el compromiso de los padres de tener, por lo menos, una comida al día todos juntos en la mesa. "La soledad es un disparador de atracones que después han de compensar haciendo mucho ejercicio físico o tomando las pastillas que no deberían", dijo la psicóloga Sandra Gussinyer. Cuando no se produce esa "compensación" después del atracón a corto plazo, ese niño sufre obesidad, señaló la psicóloga.
"Aceptar que el niño coma o cene solo todos los días, y que pase las tardes en casa sin ninguna compañía es una desatención familiar muy grave que no necesariamente es consecuencia de la pobreza: tanto sucede a hijos de altos ejecutivos, como a los de un taxista que trabaja 16 horas al día" destacó Sintes.
Y si bien para Gussinyer "tal vez es injusto clasificar como negligente a una familia que es víctima de un ritmo de vida que no controlan, es un hecho que cuando un adolescente pasa las tardes solo, aburrido y enganchado a la tablet, abrir el refrigerador y acabar con lo que haya le proporciona un cierto bienestar".
Para los especialistas, aunque la obesidad no está definida como una enfermedad mental, los niños que sufren una grave alteración del peso corporal sí están en riesgo de desarrollar un trastorno alimentario, que es una patología psíquica. "Sufrir obesidad a los 10 o 12 años es un factor de riesgo para desarrollar anorexia, en especial si nadie está con ellos cuando comen. Empiezan a hacer dietas y, si pierden peso, se obsesionan con el adelgazamiento. Deciden qué comida del día se saltarán. Y pierden el control", indicó la psiquiatra Teia Plana. Una manera de prevenir es comer en familia, en un entorno agradable y teniendo a los padres como ejemplo.
"La función de la comida en familia no es solo alimenticia. Es una forma de evitar trastornos graves", explica la psiquiatra.
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